Tiempos constituyentes en el Perú: algunas reflexiones y debates

Álvaro Campana Ocampo

A modo de introducción

En este breve artículo buscamos hacer un resumen y una agenda de lo que se viene discutiendo sobre el proceso constituyente en el Perú. Por supuesto no de todas las discusiones sino con las que hemos estado en contacto en espacios políticos como el Nuevo Perú, donde milito; en Iniciativa Constituyente que es una plataforma ciudadana de la que hago parte; y, también como parte de la discusión ciudadana a través de las redes sociales y diversos eventos y encuentros con organizaciones sociales. No como especialista en el tema, que no lo soy, sino como un ciudadano de a pie. Esta discusión ha ido ampliándose como producto del estallido social que ha significado una movilización activa que cada vez más pide una salida constituyente a la crisis, como también a través de la opinión pública que, a través de las encuestas de opinión, muestran a un sector significativo de ciudadanos considerando que la salida a la crisis que vivimos no tiene perspectiva en una clave democrática y de cambio real y significativo si es que la confiamos al poder constituido empeñado más bien en construir una salida autoritaria y muy violenta que ha costado muchas vidas tras la caída de Castillo y la asunción del poder por parte de Boluarte.1

¿Por qué una salida constituyente a la crisis? Esta sigue siendo una pregunta fundamental en un contexto en el que la derecha en todas sus variables y los poderes fácticos con toda su fuerza han intentado satanizar o ridiculizar la salida constituyente con argumentos bastante limitados como que se entronizará una dictadura comunista a través de una todo poderosa y sin límites asamblea constituyente; o que sería un peligro que nos puede llevar a elaborar una constitución más regresiva de acuerdo a lo que la ciudadanía pide que ella debe contener; o mostrando la supuesta ignorancia de quienes la promueven “porque no conocen siquiera la constitución del 93”, y “no saben exactamente qué es” una asamblea constituyente.2

Por otra parte, la discusión del tema, como dice Nicolás Lynch, ya ha desbordado a los pequeños círculos, a la academia, a la izquierda, a partir de ello surge la pregunta sobre si ya estamos en un momento constituyente propiamente dicho. Esto nos lleva a plantear la discusión sobre el proceso constituyente y los procesos y momentos que contiene y que nos pueden llevar a errores de comprensión y acción. Si no somos rigurosos en ello, no seremos conscientes de los desafíos que tenemos al frente en un país en el que es hegemónica todavía la antipolítica y en que los cambios que requerimos como país necesitan de grandes rupturas y también la construcción de nuevos y amplios consensos.

Finalmente, el estallido social en el Perú y la movilización comunera y popular masiva que ha tenido lugar en los últimos meses anuncia también temas de agenda de lo que debe ser discutido en el proceso constituyente y que no eran tan claros antes de ella. Pero además, a partir de ello, es importante tratar de comprender la experiencia que ha significado y la subjetividad que ha ido resultando de su confrontación con una articulación violenta y autoritaria que ha venido configurando un régimen restaurador y que no ha tenido más respuesta que avanzar para ello en su proyecto de copamiento de instituciones, la eliminación creciente de la división de poderes y el uso criminal de la fuerza para reprimir la movilización con la manipulación mediática, la estigmatización y el racismo, y evidentes violaciones a los derechos humanos que nos hacen recordar, o actualizan, tiempos aciagos que han sido lo recurrente más que lo excepcional en la historia del Perú.3

A grandes problemas, grandes soluciones.

La crisis que vive el país, como ya se ha dicho, es la articulación de varias crisis (Lynch, 2022), de diverso alcance y dimensión. Se articulan en este momento, por ejemplo, una crisis política, de los actores políticos; una crisis de régimen, de las instituciones disfuncionales, desbordadas e incompetentes que se expresa también con una gran desafección de la ciudadanía respecto de ellas; y de estado que no alude sólo al aparato estatal, sino al quiebre, distancia, ruptura de la sociedad civil y la sociedad política en la que esta última pierde totalmente legitimidad para seguir reproduciendo el contrato social instaurado el 93 y que a pesar de su origen espurio ha funcionado, o incluso el contrato social de alcance más histórico que viene desde la fundación misma de la República con un orden excluyente y racista de las mayorías, un estado patrimonializado y en función de los intereses de las “elites” y sus muy particulares privilegios. Esto está configurando una crisis orgánica en el entender de Gramsci (Gramsci, 2012) que dice que una crisis de este tipo es la pérdida del consenso de las clases dominantes que pasan a hacer uso desnudo de la fuerza, pero además la complejidad y superposición de diversas crisis y su carácter global, agregando a ello la incapacidad de las instituciones de tener mecanismos para resolverlas, dada su profundidad.

Álvaro García Linera (García Linera, 2011) nos plantea que las crisis de Estado están configuradas por tres armazones: la correlación de fuerzas, la trama social que se mueve conforme se dan los procesos sociales y se van produciendo transformaciones sustantivas en las sociedades sentando el piso social en el que se definen las correlaciones de fuerzas; las instituciones que son capaces o no de mantener y reproducir el orden estatal, que se objetivan en instituciones y normativas; y el sistema de creencias legitimadoras. En el caso de Bolivia estos tres factores se configuraron tanto en el Estado u orden inaugurado con el neoliberalismo, pero también en el propio Estado criollo, expresándose en una crisis histórica y estructural.

Treinta años de neoliberalismo han cambiado radicalmente la sociedad peruana y los problemas históricos persisten. La constitución del 93 se instauró de manera autoritaria en un momento en que las fuerzas sociales transformadoras que venían de un proceso de acumulación desde los años setenta y ochenta fueron derrotadas por los sectores oligárquicos en alianza con las fuerzas militares retomando el control del Estado, aprovechando la confrontación con el senderismo. Solo una sociedad exhausta por la violencia y la crisis económica la hizo posible. Se sostuvo gracias a la fuerza, el clientelismo y novedosas formas de control de la opinión pública en su etapa autoritaria (Ilizarbe, 2022), y en la etapa democrática gracias al boom de los precios de las materias primas que permitieron legitimar la idea de que el modelo económico haría posible que chorree para todos, considerando la corrupción un asunto postergable al igual que la desigualdad, además de mantener a raya a través de la violencia y la exclusión política a la protesta social que se expresó en la multiplicación de conflictos sociales sobre todo en las zonas extractivas con más de un centenar de muertos en democracia hasta el gobierno de Castillo.4

Crecimiento con profundas desigualdades, corrupción y concentración del poder económico; salida de la pobreza extrema de sectores importantes, pero con altísima vulnerabilidad fueron la receta del piloto automático de los gobiernos democráticamente elegidos en una de las etapas más estables de la historia. Sin embargo, la caída de los precios de los minerales y el “crecimiento mediocre” de la economía; los escándalos de corrupción de “Lava Jato” y “Lava Juez” entre otros que incluían a políticos y empresarios; y los impactos de la pandemia, desnudaron la fragilidad del consenso neoliberal y su capacidad de reproducción evidenciando que no sólo se trata de una mejor gestión y de adecuadas políticas públicas para lograr el crecimiento, sino de los principios que las orientan y las reglas que las regulan. (Lopez Calva, 2022) Se rompe la “dinámica de gobernanza” y se hace necesario un nuevo contrato social que desde los propios sectores tecnocráticos y desde las instituciones multilaterales se exigía desde el año 2006. (Cotlear, Daniel, 2006)

Podemos agregar otros elementos para responder por qué una nueva constitución, por qué un nuevo pacto social, por qué una salida constituyente no sólo en un Perú en crisis, sino en un mundo que parece atravesar también por una transición en diversos órdenes y que nos obligan a mirarnos y dilucidar nuestro destino. En vez de ello, las “elites” prefieren intoxicar el debate y no abrirlo, cerrar los canales democráticos y reprimir brutalmente a quienes demandan cambios desde hace mucho tiempo y que una y otra vez son frustrados, incluso pretenden plantear que la discusión de la posibilidad de abrir un debate constituyente va “contra el estado de derecho”, pretendiendo ignorar que todo ordenamiento constitucional está íntimamente relacionado con la política y los cambios sociales y que en última instancia el estado democrático se funda en el poder constituyente.

¿Momento constituyente?

Otro punto interesante es si estamos o no ya en un momento constituyente. Más allá de la discusión teórica en la que no soy un especialista quiero plantear tal tema desde la lucha política de hoy en día. Pero primero es importante distinguir algunos conceptos: es importante diferenciar proceso constituyente de momento constituyente. Un proceso constituyente se abre justamente cuando asistimos a una crisis como la que tenemos en frente y tomamos conciencia y sentimos en nuestras tripas, como dice Verónika Mendoza, que este orden ya no da para más y no está en capacidad de dar soluciones democráticas.

En un programa de Tiempo Constituyente entrevistamos a Roger Merino5 quien nos dio algunos alcances interesantes de los cuales sacamos nuestras propias conclusiones: En primer lugar estamos ya en un proceso constituyente porque hay ciertos requisitos que lo evidencian como la altísima conflictividad social en el Perú, y que no es de ahora y que expresa la incapacidad del estado de contener los intereses de un sector de la población que además no tiene representación política; la crisis de los actores políticos, no hay actores políticos que puedan ayudar a construir una salida, lo que evidencia el absoluto fracaso en la construcción de un sistema de partidos realmente representativos; la crisis de legitimidad, la pérdida de confianza en las instituciones y los políticos.

Roger Merino también ha traído a colación la discusión sobre la tipología de los procesos constituyentes6: los procesos constituyentes revolucionarios que se configuran cuando la sociedad desborda al orden y lo termina doblegando frente a la resistencia que oponen las elites para procesar los cambios y que suelen ser muy costosos por la violencia de quienes están en el poder y lo que implica en los intereses de las propias elites. Los procesos constituyentes en los que las elites deciden hacer concesiones estratégicas, aceptando los cambios y renuncias que deben efectuar, pero también por tanto garantizando su influencia en el proceso y sus propios intereses. Finalmente, están los procesos en los que las viejas elites o los poderes de facto deciden un orden constitucional, como ocurrió con el fujimorismo en el 92. Estos procesos no se dan de manera pura, pero nos evidencian los posibles escenarios que tenemos en frente en un proceso que no dura poco tiempo ya que es en situaciones caóticas, como las que vivimos, en las que se dan estos procesos.

Los procesos constituyentes tienen sus propias dinámicas que pueden configurar un momento destituyente y otras que configuran un momento más constituyente. Tampoco se dan de manera pura pero sus características definen si es que estamos en un momento de descomposición o si ya en uno de instauración de un nuevo orden. Al respecto Alejandra Dinegro, tras los sucesos del 7 de diciembre que significaron la caída de Castillo y las primeras movilizaciones, mostraba que el diálogo se hacía imposible, más allá de la violencia del régimen, también porque veíamos en escena múltiples procesos destituyentes que evidencian justamente esa crisis global y múltiple que vive el país y evidencia la bancarrota total del poder constituido en sus diversos niveles. (Dinegro, 2022) No sólo es la contundencia y alcance de las marchas, el repudio a todo lo que lo represente, sino un estado que se replegaba dejando solo la fuerza como evidencia de su presencia o protegiendo las comisarias en ciudades o pueblos donde ya nadie reconoce su autoridad, donde son repudiados y donde actúan como si fueran fuerzas de ocupación que desprecian a los ciudadanos que las habitan.

En este escenario ¿cómo dar paso a un momento más afirmativo, constituyente, de reimaginación de la sociedad y del estado? Eduardo Ballón7 también ha llamado muchas veces la atención sobre las dificultades de fundar o refundar una comunidad política, no sólo por la polarización política, sino por la gran fragmentación de la sociedad, las desigualdades y la presencia de dinámicas e intereses ilegales e incluso criminales que actúan a diversa escala dentro del territorio peruano, como se ve cada vez que hay atentados en el VRAEM, pero también en la convivencia y funcionalidad que tienen con los poderes fácticos legalizados.

El polítólogo dominicano Elvin Calcaño Ruiz llama la atención sobre la necesidad de no confundir el momento destituyente que es ante todo un proceso de “politización del malestar” que expresa ese rechazo activo al orden, al poder constituido, de un momento constituyente que requiere de negociaciones y acuerdos en los que los sectores movilizados pueden sentir que muchas de sus demandas han sido traicionadas o negociadas, sobre todo por la alta carga que tiene en el momento destituyente el repudio a los políticos.8 El momento destituyente escenifica el corte profundo con ese orden, la ruptura revolucionaria o gestionada para dar paso a la construcción de grandes consensos que requiere un nuevo pacto social para ser considerado legítimo y de mayorías.

Nicolás Lynch ha planteado por su parte que ya estamos en el momento constituyente al trascender la discusión sobre la salida constituyente a la crisis los círculos más restringidos o especializados, cuando pasan a ser parte del debate nacional más allá incluso de los medios de comunicación hoy controlados por monopolios. Desde 2020, con la revuelta contra Merino, ya en las calles se expresaba en las consignas ciudadanas la necesidad de convocar a una asamblea constituyente, lo que se apagó con el recrudecimiento de los efectos de la pandemia, pero se reavivó en la contienda electoral en la que se hacía más visible aún esta demanda que lamentablemente fue traficada por el gobierno de Castillo y usada de moneda de cambio por Perú Libre y la Bancada Magisterial para alcanzar sus cuotas de poder o para quedarse con sus pequeñas y mermadas cuotas en el parlamento. Es ahora ya un sector mayoritario de la ciudadanía que no encuentra salida en el poder constituido y considera que se necesita de un nuevo orden constitucional, sea con cambios parciales o totales a la actual constitución. Pero aún estamos lejos de avanzar en la construcción de una agenda constituyente que haga posible empezar a construir esos grandes acuerdos, como también la conformación de una nueva representación política que está siendo forjada en las calles, en las movilizaciones, y en las luchas del pueblo por sacar a Boluarte del gobierno, convocar a nuevas elecciones generales y convocar a una asamblea constituyente.

La emergencia de un nuevo orden

Las características de los movilizados contra el régimen y los aprendizajes de sus experiencias, en la lucha puede configurar algunos temas de la agenda que debe discutirse y plasmarse en un nuevo pacto social. Si algo ha llamado la atención es la movilización popular y comunera, particularmente de los pueblos del sur, donde se puede distinguir además identidades étnicas aimaras y quechuas.9 Sin embargo, también es necesario considerar que es en el centro del país donde los partidarios de una nueva constitución o de la convocatoria a una asamblea constituyente son un porcentaje algo mayor que el sur. Y que, en Lima, el soporte principal del orden, también la popularidad del régimen es bastante baja, así como ha crecido la demanda de una salida constituyente.

Volviendo al movimiento popular y comunero del sur, es necesario ver diversos antecedentes que ya anunciaban su presencia aún antes del llamado estallido social. Una de ellas es que el sur se ha configurado en una de las zonas de mayor conflictividad social producto principalmente de los impactos de las actividades extractivas cuyo epicentro se ha trasladado a sus territorios y que se dan en torno al uso del agua para la actividad agraria, la contaminación, la redistribución de los ingresos que se generan entre otros y que tienen como protagonistas principalmente a comunidades campesinas en zonas principalmente rurales. Uno segundo es que se aprecia desde hace ya algunos años la revitalización de un movimiento agrario campesino indígena. Las comunidades en contacto con el mercado, han actualizado sus estrategias de organización y movilización de recursos a través del movimiento rondero, los comités de regantes y de administración de agua, de pequeños productores que se han movilizado exigiendo atención al sector desde hace algunos años con importantes paros agrarios o buscando también espacios de representación política. El tercero es que estos sectores apelan a una identificación étnica apoyados en las normativas internacionales que han puesto sobre la mesa la importancia de la misma para defender su cultura, sus territorios y sus derechos en general.

Esto nos lleva a un debate que no es sencillo y que puede generar algunas brechas para la construcción de ese gran consenso que necesitamos construir sobre la plurinacionalidad y la necesidad de garantizar la representación política de sectores que han votado insistentemente por el cambio y que no han logrado sin embargo llevar ellos mismos estas demandas al estado por las características mismas del sistema electoral y esta invisibilización histórica que hoy se revierte con el protagonismo y la movilización  de estos sectores.

Y ya para concluir este breve artículo, que no pretende agotar toda la discusión, pero sí aportar en ella, es el carácter democrático y democratizador del estallido social y las movilizaciones. Un temor de algunos sectores es que tengamos una constitución aún más conservadora que la actual porque en los sondeos de opinión se pide mayores penas, el uso de mayor fuerza para poner orden con la participación de los militares entre otros. Cabe preguntarse si esas respuestas a las encuestadoras que también pueden ser orientadas, no están expresando el hartazgo con el orden actual y la urgencia de resolver problemas que este estado ha sido incapaz de resolver, que hacen parte de ese ánimo destituyente que está entre la mayoría de peruanos. Pero aún más interesante, estamos viviendo la experiencia de confrontar contra un gobierno autoritario que está en trance de ser abiertamente una dictadura que copa instituciones, usa la justicia contra los opositores, a las fuerzas armadas y policiales para asesinar o actuar abusivamente contra las legítimas demandas; y que por otra parte demandan hacer política, lo que es rechazado por quienes se creen los únicos con el derecho a ejercerla. Es un movimiento que puede ser profundamente e históricamente democratizador.


Referencias

Cotlear, D. (2006). Un nuevo contrato social en el Perú ¿Cómo lograr un país más educado, saludable y solidario? Washington: Banco Mundial.

Dinegro, A. (19 de 12 de 2022). Nacla. Obtenido de https://nacla.org/peru-crisis-castillo

García Linera, Á. (2011). La potencia plebeya. La Habana: Casa de las Américas.

Gramsci, A. (7 de 12 de 2012). Marx desde cero. Obtenido de https://kmarx.wordpress.com/2012/12/07/la-crisis-segun-gramsci/

Ilizarbe, C. (2022). La democracia y la calle. Protestas y contrahegemonía en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

Lopez Calva, L. F. (2022). Hacia la construcción de estados de bien estar. Nueva Revista. América Latina: Mirar al futuro, 66-75.

Lynch, N. (2022). Una nueva constitución para el Perú. La razón política. Lima: Editorial Horizonte.


Notas:

1. Ver las encuestas del IEP, IPSOS, DATUM donde casi el 60% de la ciudadanía está de acuerdo con la convocatoria a una Asamblea Constituyente, aunque esto no signifique que eso signifique el cambio total de la constitución.

2. Buscar las intervenciones de Adriana Tudela y Lucas Ghersi quienes son los voceros de la campaña contra la campaña constituyente desde la derecha. Frente a ello es importante revisar la Respuesta de Fiorela Cáceres respondiendo a las declaraciones de Tudela:

También hay temor de sectores progresistas o liberales de que una nueva constitución nos lleve a una situación aún peor. Sobre la ignorancia respecto de la constitución del 93 habría que decir que no conocerla también puede ser un síntoma de su poca legitimidad ya que no genera una “emoción constituyente”.

3. El Perú ha vivido en los últimos meses una vulneración de los derechos humanos que incluyen ejecuciones extrajudiciales de manifestantes a manos de las fuerzas armadas y policiales que han recordado los peores momentos del terrorismo de estado vivido en el Conflicto Armado Interno de la década de los 80s y que disputaba en violencia y desprecio por la vida con el terrorismo senderista. Ver los informes de la Defensoría del Pueblo https://www.defensoria.gob.pe/ y de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos www.derechoshumanos.pe 

4. Ver los informes de la Defensoría del Pueblo https://www.defensoria.gob.pe/ y de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos www.derechoshumanos.pe .

5. Ver aquí la entrevista a Roger Merino: https://fb.watch/jn0iM2POK-/

6. Ver aquí: https://twitter.com/RogerMerino/status/1615751975135596545?s=20

7. Esta idea la ha expresado Eduardo Ballón en varias conversaciones, entrevistas e intervenciones.

8. Ver aquí: https://twitter.com/elvin_calcano24/status/1620541915203772419?s=20

9. Sobre este tema hemos dialogado con Fiorela Cáceres, Javier Alarcón, Indira Huilca, Rosmery Roca y Roger Merino en el programa Tiempo Constituyente emitido por Comunicambio. Ver aquí: https://www.facebook.com/comunicambio También en la página de Iniciativa Constituyente: https://www.facebook.com/IniciativaConstituyente

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  1. Ver las encuestas del IEP, IPSOS, DATUM donde casi el 60% de la ciudadanía está de acuerdo con la convocatoria a una Asamblea Constituyente, aunque esto no signifique que eso signifique el cambio total de la constitución.
  2. Buscar las intervenciones de Adriana Tudela y Lucas Ghersi quienes son los voceros de la campaña contra la campaña constituyente desde la derecha. Frente a ello es importante revisar la Respuesta de Fiorela Cáceres respondiendo a las declaraciones de Tudela:

    También hay temor de sectores progresistas o liberales de que una nueva constitución nos lleve a una situación aún peor. Sobre la ignorancia respecto de la constitución del 93 habría que decir que no conocerla también puede ser un síntoma de su poca legitimidad ya que no genera una “emoción constituyente”.

  3. El Perú ha vivido en los últimos meses una vulneración de los derechos humanos que incluyen ejecuciones extrajudiciales de manifestantes a manos de las fuerzas armadas y policiales que han recordado los peores momentos del terrorismo de estado vivido en el Conflicto Armado Interno de la década de los 80s y que disputaba en violencia y desprecio por la vida con el terrorismo senderista. Ver los informes de la Defensoría del Pueblo https://www.defensoria.gob.pe/ y de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos www.derechoshumanos.pe
  4. Ver los informes de la Defensoría del Pueblo https://www.defensoria.gob.pe/ y de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos www.derechoshumanos.pe.
  5. Ver aquí la entrevista a Roger Merino: https://fb.watch/jn0iM2POK-/
  6. Ver aquí: https://twitter.com/RogerMerino/status/1615751975135596545?s=20
  7. Esta idea la ha expresado Eduardo Ballón en varias conversaciones, entrevistas e intervenciones.
  8. Ver aquí: https://twitter.com/elvin_calcano24/status/1620541915203772419?s=20
  9. Sobre este tema hemos dialogado con Fiorela Cáceres, Javier Alarcón, Indira Huilca, Rosmery Roca y Roger Merino en el programa Tiempo Constituyente emitido por Comunicambio. Ver aquí: https://www.facebook.com/comunicambio También en la página de Iniciativa Constituyente: https://www.facebook.com/IniciativaConstituyente