Entrevista a Kelly Leonela Labra Panocca, estudiante de historia y presidenta de la Federación Universitaria de Cusco

Noah Hierl

(Mi madre) me dice, si en algún momento tú llegas a ser torturada o algo, pide que no sean cobardes y que te maten una vez. Y yo le escucho a mi mamá y le dije, no, mamá, yo quiero vivir.

Me encuentro con Kelly Leonela Labra Panocca, estudiante de historia y presidenta de la Federación Universitaria de Cusco, en un departamento abarrotado de estudiantes cusqueños en Lima. Los colchones ocupan todo el suelo. La dueña del lugar ha abierto su hogar para la delegación que viene a protestar a Lima desde el interior. Las protestas en Perú duran ya casi dos meses y pasan los 60 muertos. Los ojos de Leonela se ven agotados.

Ya van casi dos meses de protestas en Perú, ¿cómo tomaron tanta fuerza las protestas?

L.L. Empiezan con las muertes en Andahuaylas y después de las navidades vuelven a comenzar con las muertes en Ayacucho y en Puno. ¡Y nosotros decíamos oigan! En Lima cuando mataron dos personas, hemos tenido nuevo presidente. Y en el sur del país está muriendo gente y nadie dice, estas vidas importan. O sea, el tema de la injusticia, porque no era una muerte, no eran dos. Y así fuera una, creo que teníamos todo el derecho de poder salir a reclamar por qué lo habían matado.

Eso digamos a nivel general del levantamiento en las protestas, pero específicamente, ¿cómo es el comienzo para ustedes, los estudiantes?

L.L. Nosotros reaccionamos tarde. Estábamos en nuestra universidad con un problema interno que era la vacancia del rector en Cusco. Además, a nivel nacional durante el gobierno de Castillo ya protestábamos porque habían tumbado la ley universitaria en el congreso. Esta ley había creado el SUNEDU (Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria) que controlaba los estándares de universidades públicas y privadas y a muchos les incomodaba. Así es que no reaccionamos tan rápido.

Entonces, ¿qué es lo que le piden los estudiantes a la presidenta Dina Boluarte?

L.L. Que renuncie. Es la única manera de asegurar unas elecciones presidenciales.

Además, se deben respetar a los muertos o a las personas que son un familiar en que encuentren justicia. Y ahí la responsable es Dina y el congreso que la blinda. ¿Entonces qué reclamamos? Las elecciones a presidente y a congreso. Y claro una nueva constitución que nos defienda de la injusticia que está sucediendo ahora.

Ustedes los estudiantes de Cusco, como otras delegaciones del interior del país, ¿por qué vinieron hasta Lima?

L.L. A nosotros nos hostigaban, nos hacían reglaje a los dirigentes, nos enviaban que nos quieren matar, que nos quieren buscar amedrentar, nos llamaban delincuentes, todo.

Ahí es cuando molestos dijimos mira, a nivel regional llevamos casi todo el año luchando y nada. Entonces había también una grave represión en Puno y fueron como 17 homicidios más. Que se mate a la gente, así por así, sea por lo que sea que esté protestando, justo o no justo, no hay forma de justificar una muerte. Lo peor de todo es que en Puno se mató a médicos, ¡médicos! Un médico que atendía un herido. Perdón, dime, pero ¿dónde estamos? ¿En qué estamos? Entonces, yo y todos los compañeros dijimos, tenemos que ir a Lima. No hay otra forma de que nos puedan escuchar.

¿Y de dónde salían los recursos para el viaje?

L.L. Lo donaba la gente y los estudiantes. O sea, veían que claro, no podían salir a marchar, pero aportaban 10 soles, 5 soles, 20 soles. Además, llegaba mucho pollo, arroz, fideos del interior de las provincias. Igualmente quiero decir que el apoyo más importante a día de hoy es todo el trabajo voluntario. Señoras y madres son, por ejemplo, las que cocinan día y noche en las ollas comunitarias.

Y al llegar a Lima, ¿cómo fue la acogida?

L.L.  Algunos de Cusco se fueron a Universidad de San Marcos otros a la UNI (Universidad Nacional de Ingeniería). Los estudiantes de la San Marcos habían tomado la universidad para que vayamos. De la San Marcos es donde te comento. La rectora permitió que la policía reprimiera y humillara a mis compañeros. Yo creo que con todo el contingente policial los han podido sacar caminando, y no de la manera en la que les han sacado, porque a ellos se les ha tratado como terroristas, como narcotraficantes, como la peor delincuencia más organizada a nivel de los mundos mundiales y de todo el planeta.

¿Y a ti esta represión también te afectó? Hay un video que se hizo viral en redes y en la prensa donde te intentan meter a un auto de policía. ¿Qué pasó ahí exactamente?

L.L. Eso estábamos en Cusco y Dina estaba dando una conferencia ahí a los medios. Su visita fue improvisada, mal hecha y eso molestaba a la población. Quería demostrar presencia fuera de Lima, pero no había invitado a ninguna organización social. Entonces se hizo un plantón, pero nosotros con mis compañeros, estábamos desayunando y nos reconoce la policía. De ahí nos vienen a golpear.

A mí me empezaron a arrinconar y vino un efectivo policial que se burló de mí. Como les digo, antes habíamos hecho huelgas y en un paro un policía pateó la olla comunitaria en la que estaban cocinando mis compañeros. Y él pasa por mi lado y me dice ¿Te acuerdas terruca? ¿Te acuerdas de la olla? Burlándose de mí, entonces yo le respondí, usted vaya a lavarle las ollas a Dina. Se enfadó porque me parece que él era coronel, algo así. La cosa es que él dice, Ya, arréstenla, métanla al patrullero. Yo cuando veo el patrullero, alguien me jala del cabello, o sea, yo no creo que eso sea parte de arrestar a alguien. Cuando me jalan del cabello veo la parte de arriba de la camioneta y tenía como una baranda. Me agarré de la baranda y no me metí. Y yo recuerdo que por mis pies me jalaban. Si yo hubiese sido violenta le hubiese podido dar una patada en la cara, pero no, porque yo lo único que hice es resistir. Y ahí, cuando vino la prensa, me soltaron y no querían que me graben. Y lo peor fue que me pusieron grilletes. Es algo que yo nunca me imaginaba en la vida. A la prensa yo les dije yo estoy así y acá y yo no he hecho nada. Era solo persecución política.

Y ahora, ¿cómo ves la represión policial en las protestas aquí en Lima? Tú eres una dirigente social. ¿Sientes la represión de cerca por ser líder?

L.L. Eso fuera bueno decirlo. Desde que hemos estado en la UNI, había dos patrulleros en la puerta, siempre.

Luego como salimos de la UNI, porque con tanta presencia policial era peligroso. Nos fuimos repartiendo en casas. Donde están todas las delegaciones, hay movimiento policial. Y los compañeros que se van de un lugar a otro los siguen. Y es todos los días, todos los días.

Yo me sentí bastante amenazada el día en el que literal se pararon la puerta de la casa que estaba antes. Llego yo, y justo la policía llega y se para en la puerta, o sea, así, no pues al frente, que abajo, que arriba, a la esquinita, a la puerta de la casa. Ese día fue cuando exploté, porque ya veía que el tema era conmigo, no con mis compañeros. Aparte de que días antes habían golpeado a mi compañero, lo habían amenazado, lo torturaron, lo tuvieron dos días en la carceleta fría.

Yo estaba preocupada porque cuando tú eres dirigente, aunque cada uno venga autoconvocado, en el caso de las víctimas son estudiantes, hay terceros, detrás de ellos padres. Además, nosotros somos jóvenes, tenemos una vida por delante.

En tu caso ¿no te da miedo participar en las protestas?

L.L. Mucho, pero es una responsabilidad que se asume y que pase lo que pase, uno tiene que estar ahí. Algo que pasó conmigo en particular fue que cuando yo vine, mi mamá no estaba enterada. Pero por dar ese ejemplo dije bueno, tendré que ir y enfrentar el miedo porque no hay otra.

Entonces, llegamos acá y yo estaba preocupada, más que todo por mis cursos. La cosa es que es de mi mamá se entera que estoy en Lima. O sea, al inicio mis padres no me apoyaban. Y al inicio pues era como enojos, ¿no? O sea, ¿por qué estás allá? ¿Qué quieres que pase? ¿Qué quieres en tu estudio? muchas cosas. Y yo decía, ya fue, estoy acá. O sea, igual mi delegación es mi delegación, yo soy la presidenta y no hay forma de que yo le encargue más a otra persona que no soy yo.

Y luego, pues vieron que había sido un esfuerzo, estábamos acá, y decidieron apoyarlo. Y creo que hace poco mi mamá me dio ese apoyo moral que necesitaba, de decir: Ya, pues si estás en un lugar donde te están torturando, porque puede pasar eso. Yo voy a estar feliz, aunque claro no quiero a mi hija torturada ni que esté sufriendo. Si te dan la oportunidad de morir dignamente, tú hazlo. O sea, yo me… O sea, yo cuando escuchaba a mi mamá pensaba: ¿qué fue? Tú no querías que esté en Lima. Y ahora ella me dice, si en algún momento tú llegas a ser torturada o algo, pide que no sean cobardes y que te maten una vez. Y yo le escucho a mi mamá y le dije: no, mamá, yo quiero vivir.

Ante toda esta situación de amenazas, de muertos, de violaciones a los Derechos Humanos… critican la falta de condena internacional ¿qué le dirías tú a la Comunidad Internacional?

L.L. Les diría que, en el marco de los Derechos Humanos, yo creo, hace falta trabajar por el respeto igualitario y equitativo de ellos. Porque existen muchas poblaciones, donde la vida no vale nada. Esto lo digo personalmente porque vengo de Espinar, que es zona minera donde se violan los Derechos Humanos y conozco los problemas de cerca. En mi región siempre hay muertos en las protestas y no pasa nada, ni nadie se entera. Le diría eso: ¿Son los Derechos Humanos igualitarios?


Noah Hierl, nacido en Múnich y con nacionalidad argentina y alemana, estudió en la Staatswissenschaft – Governance and Public Policy en la Universidad de Passau. Ha vivido en España, Colombia, Alemania y Argentina siendo activo en temas de relaciones internacionales, movimientos sociales y ecologismo.

Wilson Chilo (Fotografías)

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