Informe de Nuestro Sur

El proceso electoral de 2025 en Ecuador se está convirtiendo en una radiografía preocupante de los riesgos que acechan a las democracias de la región. Las múltiples irregularidades registradas no solo impactan la legitimidad del proceso ecuatoriano, sino que dibujan un patrón autoritario que resuena más allá de sus fronteras. Ecuador es, en estos momentos, un espejo donde Perú y otras naciones latinoamericanas deben mirarse con atención, especialmente cuando ya tenemos un cronograma electoral para las próximas elecciones en el 2026.
Aquí tratamos de analizar las principales prácticas que están erosionando la democracia en Ecuador y advierte cómo estas mismas podrían parecerse, replicarse o incluso agravarse en nuestro país, si no se fortalecen los controles ciudadanos e institucionales.
1. Manipulación institucional: Cuando el poder modifica las reglas para perpetuarse
En Ecuador, la intervención directa del presidente Daniel Noboa en la estructura del binomio presidencial (formula presidente y vicepresidente) y el calendario electoral, a través de decretos unilaterales y cambios de última hora, vulnera abiertamente la separación de poderes. El retiro de la vicepresidenta Verónica Abad y el nombramiento de un reemplazo a dedo sientan un precedente peligroso de concentración de poder.
Sumado a esto, la alteración de recintos de votación y la eliminación del conteo rápido de la “segunda vuelta” siembran desconfianza generalizada. La manipulación de las reglas del juego es una señal clara de que las elecciones se usan como un instrumento para consolidar el control del aparato estatal.
En el Perú hemos sido testigos de cómo la coalición mafiosa en el poder tiene intentos similares para redefinir las reglas electorales a su favor. La defensa del marco institucional y la vigilancia de la transparencia en los procedimientos deben ser prioritarias.
2. Uso clientelista del Estado: El Estado como maquinaria de campaña
El despliegue de recursos públicos para beneficiar la campaña de Noboa demuestra una preocupante fusión entre Estado y partido. La entrega masiva de bonos y ayudas sociales durante la campaña, la propaganda gubernamental a favor del oficialismo y el uso instrumental de menores de edad reflejan una clara intención de manipular el voto mediante prebendas y prácticas clientelistas.
Estas tácticas no son ajenas a nuestra historia política. La experiencia ecuatoriana alerta sobre el riesgo de que las futuras elecciones en Perú se conviertan en una competencia desigual, donde la maquinaria estatal favorezca a los candidatos de la mafia gobernante, desvirtuando la voluntad popular. Más ahora que los candidatos que ostentan cargos de representación en el Perú no tendrán que renunciar a ellos.
3. Persecución judicial y asfixia a la oposición
La eliminación de candidaturas opositoras en Ecuador y la apertura de procesos judiciales contra alcaldes críticos al gobierno revelan una preocupante estrategia de silenciamiento. La instrumentalización de acusaciones judiciales y normativas arbitrarias busca neutralizar voces disidentes y desmovilizar a los sectores críticos.
Esta ofensiva legal contra la oposición se ha visto en otras latitudes y en nuestro país no hemos sido ajenos a esas prácticas, particularmente si el aparato judicial es cooptado por intereses políticos. La criminalización de la protesta y la judicialización de adversarios políticos amenazan la pluralidad y el debate democrático. A ello debemos agregar la descarada inhabilitación de adversarios de las fuerzas de extrema derecha en el Perú nos van mostrando cómo se conforma unas elecciones a medida.
4. Impacto acumulativo: Erosión de la confianza y riesgo autoritario
La suma de estas prácticas genera un clima de profunda desconfianza hacia las instituciones electorales en Ecuador. La falta de transparencia, el uso abusivo de recursos estatales y la represión de la oposición configuran un escenario donde la democracia se vacía de contenido real.
Este es quizás el aprendizaje más urgente. El deterioro democrático no sucede de golpe, sino por acumulación de pequeñas (y no tan pequeñas) acciones autoritarias que terminan normalizándose. La vigilancia ciudadana, el fortalecimiento de la sociedad civil, la organización del movimiento popular y la búsqueda de espacios de unidad para frenar estos intentos son cruciales.
Conclusión: Ecuador como advertencia temprana
La deriva electoral en Ecuador es una advertencia seria para toda la región. Lo que hoy ocurre allí puede anticipar los desafíos que enfrentará Perú en sus próximos comicios. No se trata solo de irregularidades aisladas, sino de una estrategia sistemática para vaciar la democracia de contenido, concentrar el poder y neutralizar la oposición. La defensa de un proceso electoral transparente y democrático —y no como un ritual vacío— requiere una respuesta colectiva y decidida. Las sociedades que no actúan a tiempo frente a la erosión de sus libertades terminan pagando un alto costo. La realidad nos está estallando en la cara.
Actualización del 12 de abril, a poco del inicio de la jornada electoral
Mediante Decreto Ejecutivo, Daniel Noboa declara Estado de Excepción sumando esta grave medida a las medidas autoritarias orientadas a torcer la voluntad popular para perpetrar un fraude que le permita continuar en el gobierno.