Ecuador se juega su futuro en unas elecciones marcadas por la crisis institucional

Alfonso Bermejo

El próximo domingo 13 de abril, los ecuatorianos acudirán a las urnas en medio de una tormenta perfecta: instituciones debilitadas, violencia desbordada y una economía que lucha por mantenerse a flote. Esta no es una elección cualquiera. El enfrentamiento entre Luisa González, del movimiento Revolución Ciudadana, y Daniel Noboa, actual presidente interino, trasciende lo político para convertirse en un plebiscito sobre el modelo de país que Ecuador quiere construir tras años de creciente inestabilidad.

El deterioro democrático que vive el país no fue producto del azar, sino el resultado de una erosión sistemática que comenzó en 2018 con el gobierno de Lenín Moreno. En ese año, una consulta popular incluyó un Consejo de Participación Ciudadana y Control Social transitorio (CPCCS-T[1]) que permitió su reestructuración, facilitando el nombramiento de consejeros afines al gobierno[2]. Este movimiento estratégico transformó al Consejo de Participación en una herramienta para consolidar el poder político, debilitando su rol como garante de la transparencia y la participación ciudadana. La Fiscalía, la Defensoría del Pueblo, el Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Contencioso Electoral, el Consejo de la Judicatura y la Corte Constitucional pasaron de ser órganos autónomos a instrumentos al servicio de intereses políticos particulares. Las consecuencias no se hicieron esperar: contrataciones públicas irregulares, justicia selectiva y un sistema donde la impunidad parecía ser la norma más que la excepción. El anticorreísmo se hizo fuerte.

La situación se agravó durante el gobierno de Guillermo Lasso, quien enfrentó un juicio político bajo acusación de peculado acusado de mantener vigente un contrato con la compañía de transporte petrolero Amazon Tanker Pool Company, lo cual perjudicaba al Estado[3]. Sin embargo, antes de que su mandato concluyera, disolvió la Asamblea Nacional utilizando la figura de «muerte cruzada» para evitar su destitución[4]. Su mandato estuvo marcado por un aumento en la violencia y la inseguridad, con tasas de homicidios históricas y una economía que luchaba por mantenerse a flote. Solamente hay que recordar que estuvo inmerso en un escándalo debido a los supuestos vínculos de su cuñado Danilo Carrera Druet, con la mafia albanesa en Ecuador.

Hoy, Daniel Noboa gobierna un país al borde del abismo. Su promesa de restaurar el orden y la seguridad choca con una realidad obstinada: las cárceles siguen bajo control de grupos criminales, los homicidios baten récords y sus medidas más publicitadas – como la contratación del mercenario Erik Prince, fundador de Blackwater – han resultado ser poco más que costosos ejercicios de relaciones públicas. Noboa anunció una alianza estratégica con Prince para enfrentar el narcoterrorismo y proteger los recursos pesqueros del Ecuador frente a la pesca ilegal[5]. Sin embargo, esta decisión ha sido criticada por algunos sectores que consideran que recurrir a servicios privados internacionales humilla a las Fuerzas Armadas nacionales.

Mientras gasta millones en viajes al exterior, para – por ejemplo – sacarse una foto con Donald Trump, los servicios básicos sufren recortes presupuestarios. Su estilo de gobierno, cada vez más autoritario, se refleja en decisiones como la destitución irregular de su vicepresidenta o el intento de encarcelar al alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez.

Un Nuevo Camino

Frente a este panorama, Luisa González representa para muchos la esperanza de un retorno a la estabilidad perdida. Sus promesas de mayor inversión social y su crítica al «modelo neoliberal» resuenan en un país exhausto. En su campaña, González ha logrado unir a sectores de la izquierda y la derecha, entre ellos destacan sus alianzas con el movimiento indígena Pachakutik, que presentó a Leonidas Iza como candidato en la primera vuelta electoral, al Partido Socialista, CREO, y otros partidos y movimientos sociales. Además, ha anunciado públicamente que Jan Topic, excandidato presidencial y empresario experto en seguridad, se unirá a su gobierno como Ministro del Interior si gana las elecciones[6].  

Lo que está en juego este 13 de abril no es simplemente qué candidato ocupará el palacio de Carondelet, sino si Ecuador podrá recomponer el contrato social roto. Con una economía estancada, una crisis de seguridad sin precedentes y una migración masiva que drena al país de su fuerza vital, la opción de la esperanza parece destacar. En medio del desencanto generalizado, votar sigue siendo una oportunidad para construir un futuro mejor.

El domingo será un día decisivo. Los ecuatorianos elegirán si quieren seguir siendo espectadores pasivos o protagonistas activos del cambio. En medio del desafío colectivo que enfrenta Ecuador, esta elección podría marcar el inicio de una nueva era llena de esperanza y posibilidades.


[1] https://www.cpccs.gob.ec/wp-content/uploads/2019/06/resolucion-no-ple-cpccs-t-o-421-13-05-2019.pdf

[2] https://www.primicias.ec/noticias/politica/cinco-designaciones-transitorio-tambalean/

[3] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-65126528

[4] https://americasquarterly.org/article/ecuadors-political-crisis-three-scenarios/

[5] https://www.infobae.com/america/america-latina/2025/03/12/noboa-anuncio-una-alianza-con-el-empresario-erik-prince-para-enfrentar-el-narcoterrorismo-y-la-violencia-en-ecuador/

[6] https://www.eluniverso.com/noticias/politica/luisa-gonzalez-invita-a-jan-topic-a-ser-su-ministro-del-interior-si-gana-las-elecciones-nota/