Caminando

Bruno Denys Palomino Campos

Recuerdo con claridad aquel día de agosto del año 2009, tenía dieciséis años y exactamente trescientos cincuenta soles en los bolsillos del pantalón. Había salido caminando desde Vitarte con dirección a San Isidro para comprar el prospecto de admisión de San Marcos. Hubiera sido más fácil tomar un micro, pero no podía darme el lujo de hacerlo, pues cada sol había sido ganado con mucho esfuerzo por mi madre.  

Desgraciadamente no pude comprar el prospecto, me dijeron que se encontraba  agotado en todo Lima. Mil pensamientos cruzaron mi mente: no podía perder más  tiempo, tenía que apoyar en mi casa, tenía que conseguir un trabajo.  Caminé sin rumbo fijo durante horas. Caminaba buscando carteles que ofrecieran  trabajo, pero también maravillándome de las casas y edificios, soñando despierto por  un momento, imaginando cómo sería vivir allí. De pronto vi que fuera de una casa habían dejado en la basura varios volúmenes de la Enciclopedia Sopena. En seguida tomé los que pude para llevármelos a casa. Todo era alegría, hasta que una voz que venía desde la reja de aquella casa me traspasó brutalmente la vida: –Mira, mamá, ya vinieron esos indios de mierda a rebuscar en la basura.