Comprender, Interpretar y asumir la crisis con Mariátegui

Acerca de “Historia de la crisis mundial” (1923-2023). Ciclo de lectura, debate y prospectiva.

Alvaro Campana Ocampo

Cubierta del libro «Historia de la crisis mundial: conferencias (años 1923 y 1924)» de José Carlos Mariátegui.

En el centenario de la realización de las conferencias desarrolladas por Mariátegui en la Universidad Popular Gonzales Prada, el Archivo José Carlos Mariátegui y Nuestro Sur, Espacio de Acción y Reflexión política organizan este Ciclo de Lectura, debate y prospectiva. Esta iniciativa surge motivada por Eduardo Cáceres y Ricardo Portocarrero quienes propusieron llevar adelante este ciclo que es parte de la conmemoración de varios centenarios y que desde Nuestro Sur empata con nuestra inquietud de generar espacios de reflexión y de formación política desde una perspectiva crítica y transformadora. En particular se trata de comprender la crisis en la que vivimos, el desafío de la ultraderecha y la urgente tarea de forjar alternativas y un horizonte de futuro para la humanidad en medio de lo que podemos llamar una “crisis civilizatoria”, que Mariátegui consideraba tenía una dimensión política, económica, pero fundamentalmente ideológica y filosófica, una crisis del sentido mismo del capitalismo, de occidente y la sociedad y culturas burguesas, comprensión que hoy puede ser reactualizada para poder comprender la escena contemporánea y embarcarnos en una apuesta de transformación.

¿Por qué Mariátegui? En el año 1994 conmemorábamos el centenario del nacimiento de Mariátegui, entonces todos afirmaban la actualidad de Mariátegui para comprender la sociedad contemporánea. Tras la derrota del socialismo realmente existente, con lo que significó en los proyectos transformadores, y la culminación del ascenso norteamericano y del capitalismo neoliberal era posible encontrar claves en Mariátegui para entender la crisis y el nuevo momento que sobrevenía sobre nosotros y que se catalogaba no sólo como una época de crisis, sino como una crisis de época.

Ahora, al final del ciclo neoliberal y en medio de la posibilidad de la destrucción misma de la especie humana por los impactos del capitalismo depredador, la emergencia de la ultraderecha y el cuestionamiento a la hegemonía norteamericana con el inicio de guerras interimperialistas, como afirma Alvaro García Linera, nos hallamos en un momento en el que, ante una crisis muy profunda de sentido, se abre una disputa por el futuro. Se hace otra vez evidente el carácter guerrerista del capitalismo, tenemos sobre la mesa un proyecto de salida autoritaria y neofascista dispuesto incluso a prescindir de gran parte de la humanidad; y del otro lado una defensa de una civilización y un tipo de democracia que se cae a pedazos por parte de los sectores llamados progresistas, así como una patente ausencia de alternativas de transformación revolucionaria, a diferencia del tiempo de Mariátegui en el que la alternativa revolucionaria con el triunfo de la revolución bolchevique se presentaba como un camino posible para la superación de la decadente civilización burguesa.

Vivimos un tiempo de gran confusión y de crisis en las izquierdas, con una profunda incapacidad en cuanto a su capacidad de interpretar el mundo, pasto de un posibilismo político incapaz de plantear un sentido de urgencia, la melancolía “marxista-leninista” o del conspiracionismo reaccionario que pasa de contrabando como antisistema y que nos impide enfrentar decididamente a la ultraderecha y abrir una salida revolucionaria a esta crisis que amenaza acabar con la humanidad entera. En este sentido, parece clave rescatar algunas ideas que son claves sobre lo que nos puede ofrecer un ciclo de lecturas, debate y prospectiva como el que vamos a llevar adelante:

Tenemos de dónde partir. La reflexión y el método de Mariátegui, por su hondura, nos puede ayudar a reposicionarnos y sentar las bases para una nueva interpretación de estos tiempos que nos permita navegar en ellos, pero sobre todo darnos claves para interpretar y transformar la realidad. Es un gran privilegio para nosotros tener a alguien como Mariátegui como uno de nuestros fundamentos para acometer esta tarea. Se trata además de un pensamiento vivo dispuesto a estudiar y dialogar con nosotros y no darnos recetas como el mismo Mariátegui se lo planteó en las conferencias dirigidas al proletariado.

En segundo lugar, es clave comprender la crisis, como lo dice Mariátegui, el deber de las vanguardias, puestas al servicio del proletariado o el sujeto revolucionario, es entender la “crisis total” en la que nos encontramos. Como dice Mauricio Lazzarato las izquierdas han perdido la capacidad de comprender la escena contemporánea porque nos compramos la idea de que la “belle epoque” del neoliberalismo era definitiva y vivíamos en una fase pacificada del capitalismo que nos llevó a una teoría y práctica incapaz de asumir la crisis en que nos encontramos, y asumirla y convertirla en una oportunidad de abrir un curso revolucionario. Una izquierda otrora catastrofista que consideraba la revolución inminente y a la vuelta de la esquina hoy es incapaz de asumir la bifurcación histórica y la catástrofe en la que nos hallamos y se dedica a defender lo que queda o a quedarse en el cálculo corto asistiendo a una crisis ideológica y estratégica. La idea es retomar nuestra comprensión de la crisis de manera radical con Mariátegui y también apostar por construir una alternativa radical cuya ausencia nos puede llevar a la barbarie y la destrucción definitiva.

Finalmente, esta apuesta transformadora y revolucionaria no puede obviar la necesaria construcción de un sujeto revolucionario, múltiple, capaz de construir una cultura nueva y superior a la decadente y destructiva cultura y civilización burguesa. Como diría Mariátegui tenemos la tarea de “descubrir” de las entrañas de este estado social un o unos sujetos transformadores capaces de imaginar una civilización nueva. Para ello se requiere crear instrumentos capaces de permitir “la elaboración y creación de la cultura proletaria” que hacen parte de una “necesidad espiritual” de forjar “instrumentos morales e ideológicos” para forjar una cultura socialista y revolucionaria. Ese era el objeto de las Universidades Populares para Mariátegui. La ultraderecha lo ha comprendido muy bien y ha emprendido una “batalla cultural” que no sólo es de ideas, mientras que nosotros y nosotras, como lo denuncia Mariátegui de los intelectuales de la segunda internacional, nos hemos quedado acomodados en la defensa de un orden que no da para más, nos hemos burocratizado y aburguesado perdiendo el sentido de la audacia, de la disrupción y la voluntad de construir una alternativa radical por los traumas ocasionados por el estalinismo y la “pacificación teórica”. Como nos dice Mariátegui “La burguesía es fuerte y opresora no solo porque detenta el capital sino también porque detenta la cultura. La cultura es uno de sus sustantivos instrumentos de dominio”.

En esa perspectiva, apostamos por este esfuerzo porque como dijo Edward P Thompson “Lo que los socialistas no deben nunca hacer es permitirse depender enteramente de instituciones establecidas: casas editoras, medios de comunicación comerciales, universidades, fundaciones. No quiere decir que todas estas instituciones sean represivas… pero los intelectuales socialistas deben ocupar un territorio que sea, sin condiciones, suyo: sus propias revistas, sus propios centros teóricos y prácticos; lugares donde nadie trabaje para que le concedan títulos o cátedras, sino para la transformación de la sociedad; lugares donde será dura la crítica y la autocrítica, pero también la ayuda mutua y el intercambio de conocimientos teóricos y prácticos, lugares que prefiguran en cierto modo la sociedad del futuro”. Esa es la apuesta al crear estos espacios de reflexión e interaprendizaje.

Álvaro Campana Ocampo
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