¿Con qué milagros ha comenzado octubre?

Pier Paolo Marzo R.

La ausencia de la presidenta Dina Boluarte y del alcalde Rafael López en la misa que abre el “mes morado” en Lima, podría interpretarse como una actitud evasiva respecto de los llamados a la reflexión que el arzobispo de Lima viene haciendo a la luz de la fe. En efecto, el último domingo de setiembre había dicho, en relación con las movilizaciones de jóvenes, que…

Estos signos que estamos viendo en las calles no son motivo para decir esta gente es terrorista, ¡NO! Aquí no hay terroristas, aquí hay personas con derechos, con dignidad y nuestros jóvenes, por más que son llamados ‘Generación Z’, tienen mucho que decir a la humanidad».

Quienes sí acudieron al llamado que les correspondía fueron grupos de jóvenes que volvieron a movilizarse, mostrando que la persistencia es un rasgo de su generación, a pesar de la violencia con la que han sido tratados y las frases despectivas de Dina Boluarte y sus ministros. Nuevamente fueron atacados sin justificación por efectivos policiales que llegaron al extremo de robar agua y alimentos, disparar un proyectil hacia el cuerpo de un joven y presionar a establecimientos de salud para evitar que se le atendiera de inmediato, en grosera violación de la ley de emergencia, que obliga a la recepción e intervención médica inmediata en casos de daños graves a la salud. Sin embargo, la fraternidad de grupo logró el cumplimiento de la ley por parte del hospital Arzobispo Loayza. Asimismo, la fraternidad intergeneracional, encarnada en la joven abogada Indira Rodríguez, logró la correspondiente intervención quirúrgica de emergencia, así como el apersonamiento de un fiscal que constató que no existía ningún elemento de flagrancia delictiva, lo que dejó sin fundamento la presencia de un contingente policial que pretendía detener al joven para denunciarlo por “disturbios”, como lo habían hecho la semana anterior con el también joven Samuel Rodríguez. La persistencia juvenil, la aparición de una defensora de derechos muy efectiva y el retiro de policías habituados a detener por fuera de la ley, son milagros de octubre que podemos agradecer.

Como todo milagro, son solo señales de algo más grande: las movilizaciones juveniles de los primeros días de octubre fueron precedidas por un exitoso paro de transportistas en Lima y han sido continuadas por la convocatoria a otro paro, exigiendo detener la ola de extorsiones y asesinatos que asuela nuestro país. Lograrlo es posible mediante la limpieza de las cúpulas policiales y ministeriales de operadores del crimen organizado; derogar leyes procrimen como la que limita la colaboración eficaz y la que reduce la efectividad de la extinción de dominio, entre otras; recuperar la capacidad de la DIVIAC y de las demás unidades de investigación criminal; y respaldar a organizaciones vecinales o comunitarias. En ese contexto, la renuncia del hoy exministro Santiváñez, quien evadió la moción de censura presentada por un grupo de congresistas, nos recuerda que el milagro de que quienes ocupan posiciones de poder escuchen a los pueblos aún puede manifestarse en esta temporada electoral. Y en Perú, con cada vez más frecuencia, distintos pueblos se están haciendo escuchar: en Puno y Ayacucho se acaba de rechazar a representantes del régimen: un congresista de Somos Perú, partido que preside el Congreso, a la lideresa del principal partido de sostén del gobierno, Fuerza Popular; y al ministro de Desarrollo Agrario y Riego, quien ha reiterado su postura a favor de priorizar la minería sobre la agricultura en la asignación de derechos sobre el agua.

El milagro de escucha a los pueblos podría hacerse común si se generalizaran prácticas de escucha en los actores políticos. Precisamente, estuve 4 días en un encuentro interpartidario sobre escucha, diálogo y respeto en la campaña congresal que se viene iniciando, organizado por la asociación civil Recambio. Y puedo dar fe de que al menos entre integrantes de 10 partidos políticos y varias organizaciones sociales, eso ha sido posible. Nos queda el compromiso de llevar esa disposición al actual proceso electoral y en general, a la política peruana.

También al inicio de octubre hemos visto la continuación del milagro de decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas presionando a sus gobiernos a que actúen para detener el genocidio que perpetra Israel contra los habitantes de Gaza, en especial contra sus niños y niñas. Se han iniciado negociaciones en Egipto y si se mantiene la presión diplomática mundial hacia Israel, existe la posibilidad de un cese de los bombardeos y bloqueo alimentario. Mientras eso ocurra, podemos clamar a Dios “¿Por qué me dejas ver la injusticia y te quedas mirando la opresión?” (Habaquc 1, 2-3)  y esperar que nos responda “El justo vivirá por su fe’” (Habaquc 1,4).

En suma, en este octubre, el pedido de “aumentar nuestra fe” como lo hacían los discípulos de Jesús, el Galileo, podría atenderse si es que además de solicitar o celebrar milagros en procesión, los reconozcamos en acciones en favor de la vida o de la justicia en las situaciones concretas que las vienen desafiando.