Ricardo Soberón
Antes en la historia, hemos conocido otras versiones de gobiernos de EE. UU que han intentado hacer preponderar su voluntad contra los designios de la comunidad hemisférica: intervenciones militares diversas, apoyo de golpes de estado, acciones de lawfare, coerciones políticas, sanciones económicas, bloqueos, o restricciones de diversa índole.
O más recientemente, es el caso de la denominada “Guerra contra las Drogas” (1980-2010) donde se impulsaron las certificaciones a los países, o mucho antes con la Doctrina de Seguridad Nacional durante las dictaduras militares de los años 70, que impusieron modelos autoritarios de gobierno. Pero nunca hemos afrontado los niveles de arbitrariedad de la magnitud de lo que está haciendo el presidente Donald Trump, en menos de una semana de haber inaugurado su mandato. La declaratoria de emergencia, la militarización de la frontera con México y el inicio de redadas dentro de las ciudades, seguidas de deportaciones masivas a los respectivos países. Esta es la respuesta del país que nació bajo el estandarte de la migración y ahora reniega de su propio origen transnacional. Esto es, la íntima relación que en el mundo de hoy existe entre migración, libre comercio y economías ilícitas. Aunque resulta contradictorio tener políticas opuestas para los flujos transfronterizos de personas, bienes y servicios (legales e ilegales), lo cierto es que nos enfrentamos a una época de imposición, medidas desproporcionales y unilateralidad. Así, Trump ha pasado en menos de diez días de medidas ejecutivas a la amenaza de retaliaciones comerciales.
A propósito del inicio de las deportaciones de migrantes ilegales detenidos, las acciones coercitivas contra Colombia (retiro de visas, aumento de aranceles) se suman a las otras acciones de reincorporación a la lista de países terroristas a Cuba, de las diferencias comerciales y políticas con México, la declaratoria de emergencia de la frontera, las intromisiones en Venezuela, o las amenazas directas contra Panamá y su Canal, que incluyen una reciente Resolución de senador Eric Schmidt pidiendo la expulsión de funcionarios chinos de ese país[1]. La situación más compleja es la denominación de los carteles como organizaciones terroristas y lo que tal denominación determina o califica.
De otro lado, América Latina se encuentra en la situación más débil y fragmentada de la historia contemporánea, sin liderazgos continentales visibles, con múltiples fracturas ideológicas y desavenencias bilaterales que impiden ejercer acciones colectivas de defensa de nuestros intereses frente a externos, sean continentales o no. La encargada de la CELAC, la presidenta Xiomara Castro, ha citado a los 33 países para el 30 de enero.
En tal sentido, las acciones arbitrarias de Trump ponen en jaque todos los contrapesos, principios y procedimientos internacionales existentes, sin tener la posibilidad de coordinaciones diplomáticas previas, que están subordinadas a las diferencias políticas existentes (por ejemplo, Colombia/Venezuela, Brasil con Venezuela, Perú con Colombia, Venezuela, donde las relaciones políticas son casi inexistentes). Por ejemplo, los impactos de la imposición de aranceles sobre el Tratado de Libre Comercio que tiene EE. UU. con Colombia o la suspensión del trámite de visas, en el caso relacionado a la negativa del gobierno de Petro para que dos aviones militares norteamericanos lleguen a Bogotá con sus ciudadanos. Por lo pronto, el gobierno de Petro decidió actuar con reciprocidad en cuanto a los aranceles y ordenó que el avión presidencial recoja a los colombianos. Poco después se conoció el retroceso de su gobierno, que termino aceptando los términos abusivos de Trump.
Por su parte el gobierno de Honduras de la presidenta Xiomara Castro, ha decidido poner en duda la continuación de la cooperación militar que incluye el funcionamiento de la Base Aérea Soto Cano[2]. No sucede lo mismo con Guatemala que solo el 2024 recibió 66,435 deportados (20,179 el 2022). En una situación similar, Brasil si aceptó el aterrizaje del vuelo con 88 deportados, pero instruyó el inmediato retiro de las esposas. También ha decidido protestar y pedir explicaciones al Departamento de Estado por el trato degradante dado a sus ciudadanos.
Son cinco formas distintas de reaccionar de los países miembros de la comunidad latinoamericana frente a una medida similar de deportación masiva: Brasil acepta y se queja diplomáticamente[3], Honduras condiciona[4] y advierte, Guatemala acepta las condiciones y ayuda a que se ejecuten, Colombia, rechaza inicialmente y ante la amenaza de represalias, luego acepta[5]. Venezuela, por su parte, simplemente rechaza de forma categórica cualquier forma de devolución.
En el caso del Perú, esa claro el nivel absolutamente subordinado y de acatamiento frente a tales decisiones unilaterales[6]. Otra propuesta que ha sido puesta sobre la mesa es el acuerdo de “Tercer País Seguro” que suscribiría EE. UU con El Salvador de Bukele, para que se deporte a inmigrantes deportados no salvadoreños a ese país[7].
Si estos hechos dan cuenta de la calidad de las relaciones que tendrá Washington con los 34 países del hemisferio entre el 2025 y el 2029, podemos decir desde ya que China tiene el plato servido para ingresar legítimamente a territorio hemisférico, con mayor capacidad y legitimidad política, diplomática y económica, que EE. UU
[1] https://larepublica.pe/mundo/2025/01/26/donald-trump-exige-la-expulsion-de-funcionarios-chinos-del-canal-de-panama-hnews-2512718
[2] https://www.youtube.com/watch?v=l0VBRGPvTpA
[3] https://es.euronews.com/2025/01/26/brasil-critica-a-eeuu-tras-la-llegada-de-decenas-de-deportados-esposados-al-aeropuerto-de-
[4] https://www.vozdeamerica.com/a/xiomara-castro-condiciona-existencia-bases-militares-eeuu-honduras-expulsion-masiva-inmigrantes-/7922581.html
[5] https://www.bbc.com/mundo/articles/cgq0n5q1g78o
[6] https://www.exitosanoticias.pe/politica/gobierno-dina-boluarte-aceptaria-regreso-peruanos-deportados-estados-unidos-n143818
[7] https://www.cbsnews.com/news/trump-eyes-asylum-agreement-el-salvador-deportation-migrants/