¿Las elecciones del 2026 nos acercan a la justicia social?

Pier Paolo Marzo R.

El proceso electoral que tendrá un momento climático el 12 de abril del 2026, acaba de pasar por un momento clave: la presentación de 36 listas a la presidencia de la República con sus dos vicepresidencias, así como 34 listas al Senado en el distrito electoral único, y listas en 27 distritos electorales también a Senado y a la Cámara de Diputados – que juntas conforman el Congreso bicameral -, así como 31 listas al Parlamento Andino. Que en conjunto suman más de 8000 candidaturas, según el Jurado Nacional de Elecciones.

Entre ellas tenemos a 88 de los actuales 130 congresistas. En general, dada la altísima desaprobación del Congreso, les correspondería, salvo contadas excepciones, la campaña ciudadana “Por estos no”, que busca identificar a los partidos políticos a cargo de la dictadura congresal instalada desde el 7 de diciembre de 2022, responsables de las leyes que favorecen la criminalidad, la deforestación y la discriminación, entre otros males. Esto implica identificar, región por región, a los congresistas que buscan reelegirse, con sus mismos partidos políticos o con otros – al menos 35 de los reeleccionistas cambiaron de partido político respecto al que los eligió en 2021-. Y discernir si están entre los que tienen como objetivo principal, medrar del presupuesto nacional, para evitar que lo consigan con nuestros votos.

Pero junto con ellos tenemos a muchos hombres y mujeres de buena voluntad, que consideran que el poder que cada uno tiene o puede tener, puede usarse para el servicio a los demás y al bien común, y que, por ende, la política es un ámbito de servicio público. De manera que el discernimiento que hagamos, junto con definir por quiénes no, también puede perfilar por quiénes sí, en distintas listas, región por región y a nivel nacional. Este discernimiento podría tener como un punto de partida, lo que el Evangelio de Mateo llama “hambre y sed de justicia”. Que hoy en nuestro país implica ser sensible a que “desde hace tres años hay familias que lloran con sumo dolor -y demandan investigación y justicia- la muerte de sus seres queridos, particularmente jóvenes” (reflexión del teólogo Luis Fernando Crespo respecto de las misas de Navidad). Así como a las muchas situaciones de injusticia que padecen la mayoría de peruanos y peruanas, vinculadas en gran parte a su situación de pobreza, que, según datos de la Encuesta Nacional de Hogares del 2024, ya está alcanzando al 61.5% de familias peruanas.

En efecto, más allá de la propaganda, nos tocará distinguir entre los mensajes electorales, a los que apunten a un nuevo orden social, basado en criterios de justicia, que comienza con los derechos humanos garantizados para todas las personas. Y continúa con el desmontaje de las estructuras legales y administrativas injustas por perjudicar a muchos para favorecer a pocos. Mensajes cuyo mejor respaldo será la trayectoria de vida de quiénes los emitan.

Discernir no será fácil. Pero allí está la responsabilidad consustancial a la libertad de elegir.