Jaime Antezana

Desde la semana pasada, EEUU viene desplegando numerosos buques de guerra, aviones y personal militar sin parangón en los últimos años en aguas de América Latina y el Caribe. La razón esgrimida por la administración de Donald Trump: combatir a los carteles de las drogas, particularmente, al cartel de los soles.
Meses atrás, el 20 de febrero pasado, el Departamento de Estado designo a Sinaloa y el Tren de Aragua como organizaciones terroristas internacionales (FTO, en inglés). En esa línea, posteriormente, el 25 de julio, calificó al cartel de los soles como una organización terrorista que presta ayuda a la banda transnacional Tren de Aragua y al cartel de Sinaloa.
La cosa no quedo ahí. EEUU señala que el denominado cartel de los soles está estrechamente vinculado con el gobierno de Venezuela. Incluso fue más allá de esa afirmación genérica: la administración Trump considera a Nicolás Maduro como el jefe del cartel de los soles.
Infiriendo: EEUU ha convertido a Maduro en el principal objetivo del descomunal despliegue de buques, aviones y efectivos militares en el Caribe. Y, para lograr su objetivo, es decir, la captura de Maduro y su entorno en el poder político, ha ofrecido U$ 50 millones por su cabeza. Una cifra jamás ofrecida para ninguno de sus enemigos.
El virtual escenario de guerra que vive el Caribe, particularmente al frente de Venezuela, ha logrado el alineamiento de – entre otros países más pequeños – Ecuador, Argentina y Guatemala a su relato sobre el cartel de los soles: los tres gobiernos han declarado a ese cartel como una organización terrorista.
En contraste a EEUU y los países aludidos, el lunes 25, el presidente colombiano Gustavo Petro ha señalado enfaticamente que el cartel de los soles «no existe, es la excusa ficticia de la extrema derecha para derribar gobiernos que no le obedecen». En su lugar, señaló: la verdadera estructura que controla el tráfico de cocaína en la región es una organización más amplia que él llama la «Junta del narcotráfico».

Ahora bien, en un paisaje latinoamericano fracturado y de alta tensión, abordaremos el núcleo del relato de EEUU y sus socios en la región. Eso pasa por la siguiente pregunta: ¿existe, realmente, el cartel de los soles en Venezuela? ¿Es cierto que ese cartel es terrorista y una amenaza regional y que mueve el tráfico de las drogas?
Para responder esa pregunta, daremos cuenta de una investigación realizada en Venezuela, en 2018, en plena crisis hiperinflacionaria y el gran éxodo de alrededor de 8 millones de venezolanos. La investigación se hizo entrevistando a más de una decena de estudiosos, periodistas, militares y policías y una exjuez y una parlamentaria.
¿Cuál fue la conclusión de las entrevistas? La abrumadora mayoría afirmó que ese cartel, que estaría formado por militares de alto rango (generales y coroneles) que lucían un sol, no existía. Los demás señalaron no tener información o que solo lo habían escuchado. Hay que añadir que la mayoría de los entrevistados eran anti-chavistas.
Lo señalado, sin embargo, no presupone que altos mandos de las FFAA venezolanas no estén vinculados al tráfico de cocaína en la frontera colombo-venezolana y los puertos marítimos. En Venezuela, existe abundante información y casos de militares, políticos del más alto nivel del gobierno, y autoridades del sistema de justicia involucrados con el narcotráfico.
Ahora bien, la existencia de militares y políticos del más alto nivel del chavismo vinculados con el narcotráfico no presume necesariamente la existencia de un cartel. Un ejemplo de lo dicho es el Perú, que ha sido el primer productor de coca y drogas cocaínicas desde los orígenes del narcotráfico (en los años del 20 y 30 del siglo pasado) hasta 1995 (ese año, según CNC, tuvo 115 mil hectáreas de coca), sin embargo, no existe un cartel de las drogas peruano.
En el caso venezolano, el nombre del cartel de los soles de inicios de los 90: «concretamente el nombre del cartel surgió en 1993 tras conocerse varias denuncias contra generales de la Guardia Nacional que supuestamente participaban en el narcotráfico». (El Mundo, 25/08/2025). En otras palabras, el nombre de ese cartel no surgió con el ascenso de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela, en 1999. No es, pues, verdad lo que sostienen las autoridades estadounidenses que el supuesto cartel de los soles haya surgido simultáneamente al ascenso de Chávez al gobierno de Venezuela.

Es, pues, una simplificación de los EEUU. Si la sola existencia de vinculaciones de altos oficiales militares y políticos en el poder político con el tráfico de cocaína a EEUU y Europa implicaran la existencia de un cartel de las drogas, el Perú y mayoría de los países de la región – sobre todo, Ecuador – que son rutas de la cocaína tendrían un cartel. Estamos ante la simplificación de lo que es un cartel de las drogas y otros negocios conexos.
Al respecto, cabe destacar que en los marcos de esa investigación, tuvo lugar una interesante discusión académica a la luz de la experiencia de los carteles colombianos (Medellín y Cali) y mexicanos (Sinaloa y Jalisco Nueva Generación). No del concepto económico.
¿Qué es un cartel de la droga? Es una organización transfronteriza que, no solo exporta las drogas (cocaína, heroina, fentanilo, marihuana, anfetaminas, etc) de los centros de producción a países de una región, continente u otros continentes, sino que se reparten mercados y
fijan los precios. En esa línea, los carteles son las multinacionales de las drogas o sustancias psicoactivas.
Desde esta perspectiva, ¿es el llamado cartel de los soles un cartel transnacional de las drogas y otros negocios (armas, extorsión, etc)? No, no lo es. Ni hay evidencia empírica que lo sea, como si lo hay con Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, los balcanicos (Grupo América, la mafia albanesa, etc), los italianos (La Ndrangueta, la Camorra, etc) y los brasileños (el PCC y el Comando Vermhelo).
Si realmente existe una organización criminal entre los militares, policías y políticos del gobierno venezolano serían – volviendo a los terminos clásicos – firmas nacionales que abastecen a los carteles mexicanos (Sinaloa) y grupos armados colombianos (el ELN, las disidencias de las FARC, etc).
En conclusión, el cartel de los soles no existe como un real cartel transnacional. Es una posverdad (una distorsión de la realidad) para intervenir a Venezuela y otros países que no se alinean con la narrativa de la administración Trump. Finalmente, lo que llama poderosamente la atención es que Ecuador, Guatemala y, sobre todo, Argentina, en donde nunca ha habido ni un ápice de la presencia de ese cartel, se hayan sumado a declarar al cartel de los soles en una organización terrorista.