¿Cómo nos fue en 2024? Un comentario crítico desde el Sur

Estefany Pacho Merma
Andy Philipps Zeballos

Han pasado dos años del (des) gobierno de Dina Boluarte y las protestas ciudadanas que marcaron los primeros meses de su gestión. Estas manifestaciones reprimidas de manera violenta por las fuerzas de seguridad del Estado, dejaron un lamentable saldo oficial de 49 fallecidos, siendo el sur del país la macrorregión más afectada. Estos hechos, nos invitan a hacer un balance y preguntarnos cómo vamos en el sur respecto a temas clave como aprobación gubernamental, niveles de pobreza, infraestructura, seguridad y salud.

Dina y el Congreso, los más repudiados

La percepción hacia la gestión de Dina Boluarte y el Congreso de la República no puede ser peor. Según una encuesta de Ipsos (2024), el 62% de los peruanos considera a Boluarte el personaje más negativo del 2024, superando por 20 puntos a Vladimir Cerrón, quien ocupa el segundo lugar.

Además, un sondeo de Datum para El Comercio revela que la aprobación de la presidenta a nivel nacional es de apenas el 3%, cifra que desciende al 2% en el sur del país.

El Congreso no se queda atrás. Según el informe de opinión del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) de septiembre del 2024, su aprobación es del 5% a nivel nacional y del 3% en la macrorregión sur.

Estos datos que han ido de mal en peor se deben a una falta de legitimidad de origen y la brutal represión contra los manifestantes, pero también a la creciente percepción de corrupción política e inseguridad ciudadana, así como el alto costo de vida y la sensación de estar frente a una clase política que es capaz de cualquier cosa con tal de perpetuarse en el poder.

El Perú y el sur: cada vez más pobres

De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) publicada en mayo del 2024, la pobreza monetaria en el Perú pasó del 27.5% en 2022 al 29% en 2023 afectando a casi 10 millones de personas.

En 20 de los 24 departamentos, incluidos los cinco del sur, la pobreza mostró un alza significativa. En Cusco pasaron de 299 mil personas en la pobreza a más 306 mil, lo que representa un aumento del 0,1%. En Arequipa pasaron de ser 189 mil personas empobrecidas en 2022 a 195 mil en 2023, lo que supone un incremento del 0.2%. Moquegua pasó de tener 24 mil a 25 mil personas en la pobreza, esto es un 0.3% de incremento.

En Puno y Tacna el incremento fue mayor. La región altiplánica pasó de tener 637 mil a 656 mil personas en la pobreza en 2023, un 0.6% más que en 2022, mientras que en Tacna la pobreza aumentó un 3.2% pasando de 87 mil a más de 100 mil personas empobrecidas en 2023.

Y, aunque la tasa de inflación no ha llegado ni al 2% en 2024, la informalidad laboral, el empleo precario y el despilfarro de recursos públicos hacen difícil pensar que los indicadores de pobreza se vayan a revertir en el corto plazo.

Anemia y desnutrición en el sur: peor que el año pasado

La salud de las nuevas generaciones está en riesgo. De acuerdo al Índice de Competitividad Regional (INCORE), la prevalencia de la anemia en las cinco regiones del sur es significativamente mayor en 2024 respecto al 2023 y, en Puno, llega a afectar a 2 de cada 3 niños (IPE, 2024).

Prevalencia de anemia en niños
Región20232024Variación
Arequipa34.440.2+6
Moquegua28.535.6+7
Tacna31.333.7+2
Cusco51.349.9-1
Puno67.270.4+3

Mientras que el crecimiento promedio del porcentaje de niños de 6 a 35 meses con anemia a nivel nacional es del 1.3%, en algunas regiones del sur el incremento es mucho más pronunciado: Arequipa muestra un alza de casi 6%, Tacna un 2%, Puno un 3% y, de manera especialmente preocupante, Moquegua alcanza un 7%.

La única región del sur que consigue descender sus niveles de prevalencia de anemia es Cusco con un 1.4%, aunque sigue afectando a uno de cada dos niños menores de 3 años.

Por otro lado, los niveles de desnutrición crónica infantil son alarmantes. Esto se refiere al porcentaje de niños menores de 5 años que presentan una altura inferior a la esperada para su edad y sexo según el patrón de referencia de la OMS. El promedio nacional es de 11.5%.

En Cusco y Puno alrededor de uno de cada diez niños sufre desnutrición crónica. Estas cifras no son solo números: revelan un país estructuralmente excluyente, que continúa reproduciendo desigualdades históricas. En el sur, podemos ordenar de mayor a menor el porcentaje de desnutrición crónica:

Desnutrición crónica infantil
Región20232024Variación
Puno11.211.40.2
Cusco12.29.52.7
Arequipa4.84.70.1
Tacna2.83.20.4
Moquegua2.92.50.4

Como vemos, regiones como Cusco y Moquegua han contrarrestado esta situación durante el 2024, mientras que Puno y Tacna siguen retrocediendo en su lucha contra la desnutrición crónica.

La anemia y la desnutrición crónica son graves porque afectan el desarrollo físico y cognitivo de los niños, debilitando su sistema inmunológico y su capacidad de aprendizaje. Estas condiciones limitan su potencial y aumentan la vulnerabilidad a enfermedades, perpetuando ciclos de pobreza y desigualdad que afectan el futuro del país.

Otro aspecto importante en el balance en salud es la atención médica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda al menos 23 médicos, enfermeros y obstetras por cada 10,000 habitantes. Sin embargo, Puno y Moquegua no alcanzan esta meta. Esta deficiencia no solo provoca largas esperas y tratamientos tardíos, sino que también contribuye a la muerte de cientos de compatriotas, como evidenció la crisis sanitaria de la COVID-19.

Infraestructura: ligero retroceso

Una de las variables más importantes que mide la pobreza multidimensional es el contar con una infraestructura adecuada para el hogar como agua, electricidad y desagüe.

Durante 2024, el porcentaje de hogares con acceso a estos servicios aumentó en promedio nacional solo un 0.1% situándose en el 70.3%. En el sur, solo Moquegua con 75.2%, Tacna con 84.5% y Arequipa con 75.2% superan esta media. El mayor retroceso de este indicador en 2024, respecto a 2023, se da en Arequipa y Puno donde se puede suponer que el ritmo de crecimiento poblacional ha ido muy por delante de los esfuerzos en dotar de infraestructura adecuada a los hogares.

Acceso a desagüe, electricidad
Región20232024Variación
Arequipa76.175.20.9
Moquegua84.684.50.1
Tacna81.782.40.7
Cusco66.267.71.5
Puno46.843.33.5

La inseguridad en alza

Según Ipsos (2024), 3 de cada 5 peruanos considera que la inseguridad ciudadana ha empeorado en los últimos doce meses. Esta percepción no dista de la realidad, y está plenamente justificada, pues en 2024 el 27.1% de la población urbana de 15 años a más fue víctima de algún hecho delictivo, 4.2% más que en 2023.

A excepción de Moquegua, las regiones del sur presentan niveles de victimización cercanos al promedio nacional, muy por encima de las regiones con menores tasas como Cajamarca (14%) o Huánuco (15%). Sin embargo, lo más preocupante es la variación interanual de este indicador: aunque a nivel nacional se registró un incremento del 4.2%, Arequipa destacó negativamente con un aumento del 5.3%, evidenciando un aumento significativo en la incidencia delictiva en la región.

Victimización por hechos delictivos
Región20232024Variación
Arequipa25.130.4+5.3%
Moquegua15.517.1+2
Tacna27.431.5+4.1%
Cusco28.629.4+1
Puno29.733.1+4

Frente a la adversidad, el país exige transformación

El sur alzó la voz en diciembre del 2022 exigiendo un cambio de rumbo, nuevas elecciones y referéndum constituyente. Y, aunque su voz fue violentamente callada, no quiere decir que haya dejado de pensarlo. En materia de infraestructura, salud y educación seguimos igual, mientras que hemos retrocedido en seguridad ciudadana, lucha contra la pobreza e instituciones democráticas.

Según la Superintendencia de Migraciones son más de 600.000 peruanos los que han emigrado solo en 2024. Abandonan el país en busca de mejores oportunidades, justicia y estabilidad para desarrollar sus proyectos de vida. El Perú ya no les ofrece las condiciones suficientes para construir un futuro.

Mientras tanto, la coalición autoritaria ha reformado el 57.65 % de la Constitución de 1993 y continúa capturando instituciones para conseguir impunidad y perpetuarse en el poder, adoptando prácticas criminales para este fin como reveló el caso de la red de prostitución dentro del Congreso que serviría para negociar sexo a cambio de votos. Ese es el legado de la actual clase política en 2024. No vamos a soportar esto. Necesitamos volver a tomar el pulso a lo político y pensar la estrategia que nos ayude a salir de esta. Una estrategia que trascienda lo electoral y que no solo anime a manifestarse, sino a organizarse para inaugurar un nuevo tiempo.