José De Echave
Por esas casualidades de la vida me tocó estar en Francia estas últimas cuatro semanas. Es un país en el que viví 7 años y he seguido la evolución de su política, aunque de lejos y sin el debido rigor.
Me animo a escribir estas líneas ya que he visto varios artículos, comentarios, sobre los recientes resultados electorales, en clave informativa y de análisis que considero habría que complementar con ciertos elementos y datos claves. Mis fuentes de información son un número importante de artículos leídos, presentaciones televisivas de analistas y expertos en la política francesa; los debates televisivos que pude ver en directo entre las principales fuerzas políticas antes de la primera y segunda vuelta y, también, conversaciones con amigos y colegas que, en algunos casos, militan en fuerzas políticas que integran el Nuevo Frente Popular.
Quiero precisar que no soy ni por asomo un especialista en política francesa, pero la audacia de varios de los textos que he leído (sobre todo en clave peruana), me animan a compartir algunas reflexiones y, tener presente la data dura de los resultados del pasado 7 de julio.
Vamos por partes:
- Un primer dato clave es tomar en cuenta el comportamiento electoral de los franceses en un lapso tan corto como son estos últimos 30 días. Entre el 8 y 9 de junio fueron las elecciones al Parlamento Europeo y los resultados provocaron una justificada alarma: la extrema derecha (Agrupación Nacional o RN por sus siglas en francés), con su joven líder, Jordan Bardella, obtuvo de lejos el primer lugar, con un 31.37% de respaldo. Muy lejos, con un 14.60%, aparecían las fuerzas agrupadas en torno a un desgastado Macron y, más rezagados aún, fuerzas de centro izquierda e izquierda. Por ejemplo, la principal agrupación de izquierda, La Francia Insumisa, que lidera Jean-Luc Mélenchon, ocupó el cuarto lugar con menos del 10% de respaldo. Es importante señalar que las elecciones europeas no generan el mismo interés que una elección presidencial o legislativa; la gente las percibe como algo que no tiene relación directa con sus principales preocupaciones, lo que explica la baja tasa de participación electoral (apenas un poco más del 50%).
- Luego de la decisión de Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional y llamar a elecciones, el 30 de junio fue la primera vuelta. ¿El resultado? La extrema derecha (RN) obtuvo el primer lugar con un 33.1%, seguida de cerca de la izquierda, agrupada en el flamante Nuevo Frente Popular (NFP), con un destacado 27.9%, mientras que la agrupación Juntos, de Emmanuel Macron, obtuvo el tercer lugar con un 20.4%. Más rezagadas aparecían otras fuerzas políticas, como Los Republicanos y otras menores. Cabe señalar que, luego de la primera vuelta, las principales encuestadoras pronosticaban que la extrema derecha ganaría la segunda vuelta electoral y obtendrían entre 230 y 280 escaños. La efervescencia de estos resultados y proyecciones provocó que el discurso de los principales voceros de RN apuntase a señalar que ganarían con una contundente mayoría absoluta (lo que significa obtener 289 escaños).
- Pero las cosas cambiaron drásticamente una semana después. Ni en la peor de sus pesadillas, el partido de Marine Le Pen y Bardella se imaginó un resultado en el que, no solamente no ganaban, sino que eran desplazados al tercer lugar. En este caso el número de escaños es el dato clave: el Nuevo Frente Popular logró el primer lugar, obteniendo 182 escaños; Juntos (alianza que respalda a Macron), pasó al segundo lugar con 163 escaños; mientras que la extrema derecha (RN) fue desplazada al tercer lugar, logrando 143 escaños. Más rezagados siguen Los Republicanos y aliados (derecha y centro derecha), con 68 escaños y otras diversas izquierdas, con 11 escaños.
- Sin discusión, el principal derrotado de la jornada del 7 de julio ha sido la extrema derecha y sus aliados. No solamente pensaron que ganarían, sino que, en sus sueños de opio, obtenían la mayoría absoluta. Por otro lado, queda claro que la izquierda, agrupada en el Nuevo Frente Popular (NFP) ha sido el gran triunfador de la jornada: demostraron un extraordinario reflejo político al constituir en apenas unos días (luego de la decisión de Macron de llamar a elecciones) la alianza que les permitió convocar una gran movilización ciudadana y recuperar la esperanza para un sector importante de la población francesa. Además, el reflejo político se mantuvo luego de la primera vuelta y en apenas una semana acordaron desistir candidaturas en un número importante de circunscripciones electorales para enfrentar al principal enemigo: la extrema derecha.
- Cuando nos referimos a perdedores y triunfadores, hemos agregado y subrayado de la jornada, porque no hay que perder de vista varios detalles importantes que trascienden a lo vivido el pasado fin de semana. Pese a perder, la extrema derecha va a tener su más fuerte participación/presencia en una Asamblea Nacional. En los últimos años y elecciones no han dejado de crecer y, en esta ocasión, han duplicado prácticamente su presencia. Como me comentaba una colega francesa, desde la época del régimen colaboracionista de Vichy, no se tenía una extrema derecha tan fuerte y tan presente en la vida política de ese país. Es bastante probable que, en las próximas elecciones presidenciales, estén disputando la segunda vuelta electoral y habrá que ver si va a seguir funcionado lo que aquí en Francia denominan como el control sanitario para impedir que la extrema derecha gobierne el país.
- Como hemos afirmado, las fuerzas de izquierda, agrupadas en el Nuevo Frente Popular, han sido los grandes triunfadores de la jornada. Pero la jornada ya terminó y es el momento de hilar fino. Como hacía notar Alfredo Pita, escritor peruano radicado hace bastante tiempo en Francia, el NFP “es un frente frágil con alguna gente excesivamente pragmática y oportunista en su seno”. Dejo de citar a Alfredo y agrego algunas reflexiones propias: el NFP tiene apenas un mes y días de formado y tendrá que pasar por varias pruebas ácidas en un tiempo corto. La primera tarea es mantener la unidad (el NFP está conformado por fuerzas diversas como La Francia Insumisa, el Partido Socialista, el Partido Comunista, agrupaciones ecologistas, entre otras) ya que desde varios sectores buscarán dividirlos, aunque no hay que descartar las tensiones internas. La segunda gran tarea, será la de gestionar la victoria electoral y, sobre todo, definir una adecuada estrategia para esta coyuntura. No será nada fácil y se necesitará mucha responsabilidad.
- En la actualidad Macron y su entorno no están en posición para imponer condiciones, ni vetar a nadie. Tienen que ser conscientes que parte de su remontada al segundo lugar se debe al comportamiento del NFP y de otras fuerzas que optaron por enfrentar al principal enemigo: la extrema derecha. También hay que ser conscientes que ese tipo de acuerdo impulsó al NFP. Por lo tanto, es fundamental leer adecuadamente los resultados y trazarse objetivos mayores.
- Los números de la segunda vuelta son claros: el NFP cuenta con 189 escaños en una Asamblea de 577 escaños. Ya que la mayoría absoluta (289 escaños) está bastante lejana, la pregunta es cómo obtener un respaldo suficiente para que un miembro del NFP se convierta en primer ministro. No hay otra forma que seguir construyendo acuerdos con otras fuerzas políticas. Sería un error que el NFP actúe como si en estos momentos tuviese la mayoría necesaria para ser gobierno y mantener intacta su propuesta de gobierno. Habrá que ver qué capacidad tienen de negociar, sin que se resquebraje la unidad lograda.
- ¿Se forjará algún tipo de cohabitación entre fuerzas diversas? Es una posibilidad. Lo cierto es que en Francia hay experiencias de cohabitación: casi al final de su primera presidencia, Miterrand perdió las elecciones legislativas en 1986 y se vio obligado a nombrar como primer ministro al gaullista Jacques Chirac. Miterrand manejó con tal maestría esa primera cohabitación que, dos años después, logró ganar su segundo mandato[1], derrotando precisamente a su primer ministro Jacques Chirac. Luego, el propio Miterrand se vio forzado a una segunda cohabitación en 1993, cuando nombró como primer ministro al político conservador Edouard Balladur, después de una derrota electoral. La tercera cohabitación y la más larga (5 años), se dio entre Jacques Chirac como presidente y el socialista Leonel Jospin como primer ministro.
- Pero estos son solamente antecedentes de la política francesa; en las próximas semanas veremos cómo se definen los escenarios. Lo cierto es que este capítulo de la política francesa se debería cerrar cuando veamos humo blanco y se nombre al próximo primer ministro, aunque no se puede descartar que se produzca un escenario de entrampamiento y un período de fuerte inestabilidad.
El epílogo: El pasado 7 de julio, parafraseando a Hemingway, París era una fiesta. Un 14 de julio adelantado se vivió en las principales plazas, puntos de referencia de grandes e históricas movilizaciones. Pero las fiestas duran lo que duran. Ahora es el momento de consolidar una propuesta de gobierno que permita enfrentar en serio la amenaza de la extrema derecha. Si no se hacen bien las cosas, en las próximas elecciones presidenciales del año 2027 la amenaza de un gobierno del partido de Marine Le Pen y Jordan Bardella estará a la vuelta de la esquina y para entonces habrá que ver si el famoso cordón sanitario será tan efectivo como lo ha sido hasta ahora.
[1] Por ese entonces los mandatos presidenciales en Francia eran por 7 años. Miterrand, estuvo en el poder 14 años continuos.