Poder, seducción y desposesión

Reflexiones sobre el nuevo capitalismo tecnológico (II)

Jorge Millones

El capitalismo contemporáneo ha ampliado su alcance hacia la esfera de la subjetividad y la conducta humana, desatando una batalla por la conformación de estas últimas. Esta contienda no solo se circunscribe al dominio de nuestras percepciones del mundo, preferencias y necesidades, sino que ahora se centra en la instigación y promoción constante de comportamientos compulsivos mediante estrategias manipulativas. Su objetivo principal radica en fomentar el consumo de bienes inmateriales, discursos, entretenimiento, información caótica e incluso desinformación.

Esta emergente industria de la conducta humana se desenvuelve en un contexto de cambios significativos que han moldeado una arquitectura social, económica y política propicia para lo que puede denominarse como capitalismo cognitivo. En este paradigma, la producción y reproducción de ciertos comportamientos se convierte en el núcleo central de la dinámica económica, influyendo en la forma en que se estructuran las interacciones sociales y se conciben las relaciones de poder.

Pero ¿Cuáles fueron esos cambios que hicieron posible este escenario? Uno muy importante es la configuración de lo que Manuel Castells llamó La sociedad en red. «La sociedad en red es una sociedad construida a partir de la interconexión de nodos. No hay centro. La organización es en red y no jerárquica. El poder es ejercido en red.»1 Esto quiere decir que, en la sociedad en red, el poder fluye a través de las redes de comunicación, influencia y producción, configurando y siendo configurado por las interacciones constantes entre individuos, organizaciones y tecnologías. Y esto se da como resultado de la interacción compleja entre avances tecnológicos, procesos económicos, cambios en la estructura social y transformaciones en la naturaleza del poder y la política2.

Castells identifica varios factores que han configurado la sociedad en red:

Tecnología de la información y la comunicación (TIC): La proliferación de tecnologías digitales, como Internet, las redes sociales, los teléfonos móviles, etc., ha facilitado la conexión y la comunicación en tiempo real entre individuos y organizaciones en todo el mundo. Estas tecnologías han transformado la forma en que interactuamos, trabajamos, consumimos información y nos relacionamos socialmente.

Globalización económica: La creciente interconexión de las economías a nivel mundial ha generado una red de relaciones comerciales, financieras y productivas que trascienden las fronteras nacionales. Esto ha dado lugar a flujos de capital, comercio y trabajo que están interconectados a través de redes transnacionales.

Cambios en la estructura social y laboral: Castells señala cómo la economía globalizada y basada en el conocimiento ha impulsado la emergencia de una nueva estructura social en la que el trabajo cognitivo, la creatividad y la innovación son cada vez más valorados. Esto ha llevado a la formación de nuevas clases sociales y a la reconfiguración de las relaciones laborales y sociales.

Cambio en la naturaleza del poder y la política: El poder ya no se ejerce exclusivamente a través de instituciones políticas tradicionales, sino también a través de redes de influencia y comunicación que atraviesan múltiples ámbitos de la sociedad. Esto ha llevado a una descentralización del poder y a la emergencia de movimientos sociales y políticos que operan en redes y utilizan las TIC para organizarse y movilizarse.

El aporte de Manuel Castells, proporciona un marco adecuado para comprender cómo las tecnologías de la información y la comunicación han transformado fundamentalmente la estructura y la dinámica de la sociedad contemporánea. En este contexto, el surgimiento del capitalismo cognitivo representa una evolución específica dentro de esta sociedad en red.

El capitalismo cognitivo se centra en la producción y el intercambio de conocimiento, información y habilidades como principales impulsores de la economía. Esta transición hacia una economía basada en el conocimiento está intrínsecamente ligada a la sociedad en red, ya que la capacidad de conectar y compartir información de manera rápida y eficiente ha generado nuevas formas de producción, distribución y consumo de conocimiento.

La digitalización de la economía ha sido impulsada por la expansión de las tecnologías digitales, permitiendo la transformación de la producción y los servicios, dando lugar a la creación de nuevos modelos de negocio basados en la información y el conocimiento. Esta transición ha llevado a una valorización creciente del trabajo cognitivo en el capitalismo cognitivo, donde el conocimiento y la creatividad se han convertido en recursos económicos fundamentales. Esto ha resultado en una mayor demanda de habilidades relacionadas con la información y la innovación, así como en cambios significativos en las relaciones laborales, incluyendo formas de trabajo más flexibles y colaborativas, facilitadas por plataformas digitales y redes en línea.

El capitalismo cognitivo también ha dado lugar a la emergencia de nuevos modelos de negocio centrados en la creación y el intercambio de conocimiento, como la economía colaborativa, el crowdsourcing y la producción basada en comunidades. Esta interacción compleja entre avances tecnológicos, cambios en la estructura económica y transformaciones en las relaciones laborales y sociales ha sido fundamental para el enganche entre la sociedad en red y el capitalismo cognitivo, representando una fase específica dentro de la evolución del capitalismo, donde el conocimiento y la información son los principales impulsores del desarrollo económico y social.

Seducción, consumo y desposesión por vigilancia

El poder de seducción del actual capitalismo radica en su capacidad para moldear no solo los deseos individuales, sino también las estructuras mismas de la sociedad. A través de una constante exposición a mensajes publicitarios, imágenes y narrativas que glorifican el consumo y la acumulación de bienes, el capitalismo ejerce una influencia profunda en la psique colectiva. Esta constante promoción de un estilo de vida basado en el consumo conlleva a una desmovilización de la ciudadanía, ya que canaliza la energía y la atención de las personas hacia la adquisición de productos y la búsqueda del placer personal, en detrimento de la participación activa en la esfera política y social. En este sentido, la seducción del capitalismo no solo promueve una cultura del individualismo y la gratificación instantánea, sino que contribuye a la apatía ciudadana y la disminución del compromiso cívico.

La dinámica de producción y consumo trasciende la mera función de satisfacer necesidades materiales, adentrándose en el terreno de la construcción y manipulación de deseos y expectativas individuales. Esta seducción inherente al capitalismo se revela en la promoción de un ethos orientado hacia el consumo incesante, la búsqueda del placer y la acumulación de bienes como indicadores de estatus y logro. Jean Baudrillard3 postula que este fenómeno ejerce influencia no solo en el ámbito económico y social, sino que también configura la percepción y vivencia humanas, dando lugar a una especie de «hiperrealidad» en la cual la distinción entre lo auténtico y lo simulado se torna difusa.4

En este contexto hedonista y somnoliento, la inercia de los actores políticos y sociales es aprovechada para imponer una nueva forma de explotación, una acumulación basada en la producción masiva de datos, de información personal de todo tipo. El concepto de desposesión por vigilancia de Shoshana Zuboff nos sirve para entender que la vigilancia tecnológica, especialmente por parte de grandes empresas y gobiernos, trasciende el mero monitoreo para influir y controlar el comportamiento humano. En esta dinámica, la información recopilada se convierte en un activo estratégico para predecir y modificar las acciones de las personas, lo que conduce a una pérdida gradual de autonomía y poder decisional. Zuboff argumenta que esta vigilancia omnipresente, impulsada por la lógica del capitalismo de datos, crea un desequilibrio de poder entre los vigilantes y los vigilados, erosionando así la privacidad y la libertad individual.

Por ejemplo, plataformas de redes sociales como Facebook utilizan algoritmos de vigilancia para recopilar y analizar datos sobre las interacciones y comportamientos de los usuarios. Estos datos se emplean luego para personalizar anuncios y contenido, lo que moldea sutilmente las percepciones y acciones de los usuarios. Aunque en apariencia los usuarios pueden optar por participar voluntariamente en estas plataformas, la falta de transparencia sobre cómo se utiliza su información y el poder discrecional de las empresas para influir en su comportamiento ilustra la dinámica de desposesión por vigilancia descrita por Zuboff.

Capitalismo cognitivo y mutación del conocimiento

El panorama del capitalismo actual se define por un énfasis particular en el conocimiento como un componente esencial de su estructura. Durante las últimas dos décadas, numerosos estudios han destacado este enfoque, convergiendo en la premisa común de que el conocimiento desempeña un papel fundamental en la configuración de esta nueva realidad global. Los cambios introducidos han marcado una ruptura con el pasado, reconfigurando la sociedad con nuevos fundamentos. La revolución tecnológica, la digitalización y el avance de la inteligencia artificial han dejado una huella profunda en nuestras vidas, llegando incluso al punto de generar una dependencia total de la tecnología para la supervivencia cotidiana.

Aunque estos avances tecnológicos han traído consigo numerosos beneficios, es innegable que han exacerbado la lógica de lucro desenfrenado inherente al antiguo modelo capitalista. Este nuevo entorno ha llevado a una profundización de la desigualdad económica y a una crisis ambiental y climática de proporciones alarmantes. A cambio de la comodidad y la inmediatez que ofrece el mundo digital, hemos sacrificado una parte significativa de nuestra libertad, intimidad y poder como ciudadanos. Nos encontramos inmersos en una des-democratización a escala global, enfrentando desafíos que van más allá de los límites de lo económico y lo tecnológico, y que requieren un replanteamiento profundo de nuestro sistema socioeconómico y político.

Lo que empezó como “democracia delegativa”5, según Sartori, ha terminado en un proceso constante de des-democratización de la sociedad y las instituciones, así como en una despolitización de las grandes masas de consumidores seducidos por el mercado.

Paolo Virno argumenta que el capitalismo ha experimentado una transición notable hacia lo que él también denomina: «capitalismo cognitivo». En este nuevo paradigma de producción, la capacidad cognitiva del individuo se erige como un pilar fundamental para la generación de valor económico. De este modo, las actividades intelectuales, creativas y comunicativas adquieren un rol central en el proceso de producción y acumulación de riqueza.

El trabajo inmaterial, tal como lo destaca Virno, ocupa una posición crucial dentro del esquema del capitalismo cognitivo. Este tipo de labor se refiere a aquellas actividades relacionadas con la creación y manipulación de información, conocimiento y símbolos. Ejemplos paradigmáticos de trabajo inmaterial comprenden el diseño, la programación informática y la consultoría, entre otros.

Virno postula que, en el marco del capitalismo cognitivo, la fuerza laboral se organiza en lo que él denomina la «multitud». Esta noción hace referencia a la diversidad y pluralidad de individuos que se congregan temporalmente en entornos laborales caracterizados por su flexibilidad y fluidez. Esta composición multitudinaria desafía las estructuras tradicionales de organización laboral y la representación sindical establecida.

Una consecuencia significativa del capitalismo cognitivo, según Virno, radica en el aumento de la flexibilidad y la precariedad laboral. Esto se debe a la naturaleza misma de las actividades cognitivas, que permiten una mayor flexibilidad en términos de horarios y ubicación, pero también generan una mayor inseguridad en lo que respecta a la estabilidad laboral, los beneficios y la protección en el empleo.6

A pesar de las condiciones precarias inherentes al capitalismo cognitivo, Virno sostiene que la multitud posee un potencial latente de resistencia y cambio. La misma flexibilidad que caracteriza al trabajo cognitivo puede ser aprovechada para la organización y la resistencia colectiva. Además, la creatividad y adaptabilidad de la multitud abren nuevas posibilidades para la creación de alternativas al sistema capitalista predominante.7

Para Maurizio Lazzarato el capitalismo cognitivo va más allá de la exploración de la producción de valor basada en el conocimiento y la creatividad. Él destaca cómo las tecnologías digitales no solo facilitan la extracción de valor a través de la vigilancia y la captura de datos, sino que también amplifican la explotación al subsumir el trabajo afectivo, como la gestión emocional y la atención, dentro de las dinámicas capitalistas. Lazzarato profundiza en cómo estas tecnologías moldean la subjetividad contemporánea, infiltrando las esferas de la vida cotidiana y configurando aspiraciones y deseos en línea con las lógicas del mercado. Su análisis resalta las nuevas formas de explotación que emergen en esta era, desde la externalización de costos hasta la monopolización de la participación de los usuarios en plataformas digitales.

Lazzarato destaca el papel crucial del trabajo afectivo y el control capitalista sobre la subjetividad, una perspectiva que arroja luz sobre las complejas interacciones entre las tecnologías digitales, la economía política y la experiencia personal. Su análisis revela las complejidades del capitalismo cognitivo, desde sus implicaciones a nivel individual hasta sus efectos macroeconómicos.8

¿Cómo llega el capitalismo a tener tal poder sobre la conducta, las emociones, los sentimientos y los deseos más profundos de los individuos? Examinemos ahora una de las partes más importantes de la estructura del poder del capitalismo digital: la psicología persuasiva.

La neurociencia, la caja de Pandora.

Los orígenes de la neurociencia se ubican en Alemania a comienzos del s. XX. Por esos años, el Nobel español Ramón y Cajal también había hecho importantes aportes sobre el tema, estudiando las proteínas y las neuronas como la base de la estructura celular del cerebro. Pero son los alemanes Vladimir Betz, Theodore Meynert, Oskar Vogt y Korbinian Brodmann quienes logran distinguir diferentes áreas funcionales en la corteza cerebral en base a su citoarquitectura. Crean así un enfoque psicofisiológico, mapeando zonas del cerebro y su funcionalidad, en particular Brodmann identificó 50 regiones cerebrales involucradas con el lenguaje, la visión y el procesamiento sensorial.

Durante el siglo XX, una serie de destacados psicofisiólogos dejaron una huella indeleble en la comprensión de la biología subyacente a la conducta humana. Entre ellos se encuentra Walter Cannon, cuya teoría de la «lucha o huida» reveló los mecanismos fisiológicos implicados en la respuesta al estrés. Ivan Pavlov, conocido por sus experimentos sobre el condicionamiento clásico, aportó una comprensión fundamental sobre cómo se forman los hábitos y las respuestas automáticas en los seres vivos.

Hans Selye, a menudo considerado el padre del estudio moderno del estrés, introdujo el concepto del «síndrome general de adaptación», ilustrando cómo el estrés puede impactar tanto en la salud física como mental. Carl Wernicke, por otro lado, destacó por su investigación sobre la relación entre el cerebro y el lenguaje, especialmente en el estudio de la afasia, contribuyendo así a la comprensión de la neurología del habla y la comprensión del lenguaje.

Además, figuras como Wilder Penfield, Roger Sperry, Eric Kandel, David Hubel, Torsten Wiesel y Alexander Luria jugaron papeles fundamentales en la expansión del conocimiento neurocientífico. Luria, un neuropsicólogo ruso, realizó contribuciones significativas en el campo de la neuropsicología, especialmente en el estudio de las funciones cerebrales superiores y los efectos de las lesiones cerebrales en estas funciones. Su enfoque integral y sus estudios detallados de pacientes con lesiones cerebrales proporcionaron una comprensión más profunda de la organización funcional del cerebro humano, enriqueciendo así el panorama de las neurociencias.

Un antecedente importante para entender cómo se fue configurando el enfoque de manipulación de la conducta humana son los trabajos del psicólogo norteamericano B.F. Skinner, quien postuló, entre los años sesenta y setentas, que toda conducta, incluidos los procesos mentales, puede y debe ser estudiada en términos de estímulos externos y respuestas observables, sin hacer referencia a estados internos como pensamientos o emociones. Skinner enfatizó el papel del ambiente en la formación y modificación del comportamiento, argumentando que los organismos aprenden a través de la asociación entre estímulos y respuestas, mediante procesos de refuerzo y condicionamiento. Esta perspectiva conductista radical influyó en campos como la psicología, la educación y la terapia, proponiendo un enfoque centrado en la modificación del entorno para cambiar la conducta.

Sin embargo, al centrarse únicamente en el comportamiento observable y omitir los procesos mentales internos, es criticada por su visión simplista de la naturaleza humana. Su enfoque unilateral en el ambiente como determinante del comportamiento ignora la complejidad de la mente humana y la influencia de factores internos. Esto ha suscitado preocupaciones sobre la pérdida de la autonomía individual y ha generado debates éticos sobre su aplicación en áreas como la educación y la terapia.

Llegados a este punto, es evidente que el desarrollo de las neurociencias dejó en evidencia las infinitas posibilidades del control de la conducta humana. Bastaba muy poco trecho para que la lógica del lucro incorporara esos nuevos descubrimientos a la dinámica del capitalismo contemporáneo. 

El neuromarketing es uno de los espíritus que se escapó de la caja de Pandora de las neurociencias. Es una disciplina que combina principios de neurociencia, psicología y marketing para comprender cómo funciona el cerebro humano en relación con la toma de decisiones de compra y el comportamiento del consumidor. Utiliza técnicas como la resonancia magnética funcional (fMRI), la electroencefalografía (EEG) y la respuesta galvánica de la piel (GSR) para medir las respuestas cerebrales y fisiológicas de los individuos frente a estímulos publicitarios, productos o experiencias de compra. El objetivo principal del neuromarketing es obtener información más precisa y detallada sobre las preferencias y reacciones de los consumidores para desarrollar estrategias de marketing más efectivas.

El neuromarketing plantea una serie de dilemas éticos profundos y preocupantes. Desde la manipulación insidiosa de la voluntad del consumidor hasta la explotación de vulnerabilidades subconscientes, estas técnicas representan una invasión flagrante de la privacidad y la autonomía individual. Además, su potencial para dirigirse a grupos vulnerables, perpetuar sesgos culturales y fomentar una cultura de consumo superficial plantea serias preocupaciones sobre la equidad y el impacto social. En un mundo donde el marketing está cada vez más entrelazado con la neurociencia, se necesita urgentemente una regulación sólida para salvaguardar los derechos y el bienestar de los consumidores y proteger la integridad de la sociedad en su conjunto.

Psicología persuasiva, tecnología y poder

Durante la década de 1980 el psicólogo norteamericano Robert Cialdini publicó una de las investigaciones más importantes de la psicología social, un libro pionero que revolucionó el campo del marketing, la retórica y la comunicación: «Influence: The Psychology of Persuasion».

Después de pasar tres años trabajando de manera encubierta en diferentes empleos relacionados con las ventas, Cialdini observó situaciones reales de persuasión. Esto le permitió descubrir los principios psicológicos que subyacen a la persuasión: reciprocidad, escasez, autoridad, compromiso y coherencia, prueba social y simpatía. Estos principios, basados en la conducta humana observada, han adquirido relevancia como pilares fundamentales de la psicología persuasiva y se aplican en áreas como el marketing, las comunicaciones y la política, así como en nuestras interacciones diarias con los demás.9

Este sometimiento de la ciencia al afán de lucro ha sido facilitado por el creciente interés de las empresas en comprender y manipular los procesos mentales subyacentes a las decisiones de consumo, con el fin de maximizar sus ganancias. La aplicación de técnicas del neuromarketing refleja una instrumentalización de la ciencia en aras de intereses económicos, donde la ética y los principios morales se ven eclipsados por la búsqueda de beneficios financieros. Las consecuencias de este fenómeno son diversas y preocupantes. En primer lugar, se erosionaron los límites entre la investigación científica y la publicidad, lo que socavó la integridad de la ciencia al priorizar el beneficio empresarial sobre la búsqueda de conocimiento genuino. Además, se evidenció que la manipulación psicológica de los consumidores generó una sociedad más vulnerable a la persuasión comercial, erosionando la autonomía individual y promoviendo un consumismo desmedido y superficial, cuando no, una masa de incautos que se forman con vídeos de YouTube. En última instancia, este sometimiento de la ciencia al afán de lucro contribuyó a crear una cultura donde los valores éticos y sociales son sacrificados en aras de la maximización de beneficios, erosionando así los cimientos de una sociedad justa y equitativa.

En el documental “El dilema de las redes sociales”, 10son escalofriantes las confesiones y mea culpa que hacen los CEO más importantes de las plataformas digitales. Y aunque muchos renunciaron y se fueron denunciando a esas empresas, otros genios de Silicon Valley, con menos escrúpulos, ocuparon sus puestos inmediatamente.

Tristan Harris, ex diseñador ético de Google, es uno de los principales expertos en ética de la tecnología. En el documental, destaca cómo las plataformas digitales están diseñadas para mantener a los usuarios enganchados, manipulando sus emociones y comportamientos para maximizar el tiempo que pasan en línea.

Chamath Palihapitiya, ex vicepresidente de crecimiento de usuarios de Facebook, habla sobre cómo Facebook y otras plataformas están programadas para explotar la vulnerabilidad humana, generando adicción y polarización. Reconoce que se siente culpable por su papel en la creación de este sistema. “Averiguamos con la psicología cómo manipularte y luego darte un shock de dopamina”.

Justin Rosenstein, ex ingeniero de software de Facebook e inventor del botón «Me gusta», reflexiona sobre cómo la función del botón «Me gusta» fue diseñada con la intención de propagar la positividad, pero terminó generando una validación instantánea que contribuyó a problemas de autoestima y ansiedad entre los usuarios.

Sandy Parakilas, ex gerente de operaciones de datos de Facebook, discute cómo las plataformas de redes sociales recopilan y utilizan los datos personales de los usuarios para influir en su comportamiento y generar ingresos publicitarios, a menudo sin la debida consideración por la privacidad y la seguridad de la información.

Tim Kendall, ex director de monetización de Facebook, comparte cómo las plataformas de redes sociales están diseñadas para maximizar el tiempo de pantalla y la participación del usuario, incluso a expensas de su bienestar mental y emocional. También destaca la preocupación por el impacto negativo en la salud mental de los jóvenes.

Jaron Lanier, escritor, informático y pionero de Internet, advierte sobre los peligros de la manipulación algorítmica y cómo los modelos de negocio de las redes sociales están impulsados por la segmentación y la personalización extrema, lo que puede llevar a la polarización y la desinformación en línea.

Ese dedo en el celular, fue planeado.

Pero ninguno de estos ejecutivos hubiera podido avanzar en esta carrera por el control y producción de la conducta humana, sino hubiera sido por el aporte de Brian Jeffrey Fogg en la formulación de una herramienta fundamental para las empresas de vigilancia: “La tecnología persuasiva”. Considerado uno de los mayores expertos en comportamiento del consumidor, BJ Fogg se ha convertido en uno de los especialistas más consultados de Silicon Valley. Director del Persuasive Technology Lab de la Universidad de Stanford, su trabajo analiza y estudia cómo los productos informáticos pueden ser diseñados desde la óptica básica del comportamiento humano.

Fascinado por el impacto y la psicología de Facebook, se fijó como objetivo encontrar a través de sus cátedras e investigaciones, los factores que persuaden a los usuarios a ejecutar ciertos comportamientos como descargar aplicaciones o utilizar ciertos servicios.

Asimismo, BJ Fogg es el creador del concepto “Captología”, el estudio de las computadoras y demás dispositivos digitales como una tecnología persuasiva. Junto a su equipo del Laboratorio de Tecnologías Persuasivas de Stanford se dedican a desarrollar métodos para crear hábitos, automatizando el cambio de comportamiento de los consumidores y en persuadir a las personas a través de las nuevas tecnologías.

Autor del boom editorial “Tiny Habits: The Small Changes That Change Everything”, un libro basado en veinte años de investigación y utilizado por más de 60.000 personas, revela que la clave para cambiar el comportamiento es lo opuesto a lo que siempre te han dicho. No se trata de fuerza de voluntad. Centrándose en lo que es fácil de cambiar, no en lo difícil; concentrándose en lo que quiere hacer, no en lo que debe hacer, descubrirá que crear vidas más felices y saludables puede ser fácil y “divertido”.11

Sin embargo, Tiny Habits», parece ofrecer una solución simplista y superficial a los desafíos complejos del cambio de comportamiento. Si bien su enfoque promueve la idea de que el cambio puede ser sencillo, ignora las barreras estructurales y socioeconómicas que a menudo impiden la adopción de hábitos saludables. Al enfocarse en lo que es fácil de cambiar y en lo que uno quiere hacer en lugar de lo que debe hacer, el método propuesto puede llevar a una visión sesgada y egoísta del cambio personal, obviando las responsabilidades individuales y colectivas hacia la salud y el bienestar de la comunidad en su conjunto. Además, al promover la idea de que la fuerza de voluntad no es necesaria para el cambio, el texto podría fomentar una mentalidad de gratificación instantánea y falta de compromiso a largo plazo, pasando por alto la importancia de la perseverancia y el esfuerzo continuo en el proceso de cambio personal y social. En última instancia, el enfoque de «Tiny Habits» puede trivializar los desafíos reales del cambio de comportamiento y promover una visión individualista y simplista de la salud y el bienestar.

El proyecto “Peace Innovation Lab” dirigido por BJ Fogg parece ser la respuesta tecnológica a todos nuestros problemas de paz mundial. ¿Por qué molestarse con la diplomacia, la democracia y el diálogo cuando podemos simplemente lanzar una aplicación para resolver conflictos? Claro, todo mientras Fogg explora cómo manipular aún más el comportamiento humano para beneficio de sus clientes y sus intereses. ¿Quién necesita principios éticos cuando puedes persuadir a las masas a través de la tecnología? Por supuesto, mientras tanto, la vigilancia masiva y la manipulación sutil de nuestras percepciones sociales son solo efectos secundarios menores en comparación con la supuesta utopía de la paz mundial tecnológicamente impulsada. ¿Qué podría salir mal cuando dejamos que las corporaciones capitalicen nuestros deseos de paz?

Finalmente, la creciente subordinación de la política y los derechos individuales a la tecnología persuasiva plantea un peligroso precedente en el panorama sociopolítico contemporáneo. A medida que las empresas tecnológicas y los expertos en comportamiento como BJ Fogg buscan capitalizar la influencia sobre las masas a través de la manipulación sutil, corremos el riesgo de erosionar los fundamentos mismos de la democracia y la libertad. La creciente dependencia de la persuasión tecnológica para moldear las opiniones y acciones de las personas amenaza con socavar la autonomía individual y perpetuar desequilibrios de poder cada vez más pronunciados. En este contexto, es imperativo que la sociedad cuestione y regule de manera rigurosa el papel de la tecnología persuasiva en la esfera pública, garantizando que los derechos y valores democráticos no sean sacrificados en el altar del progreso tecnológico

La creciente influencia de la tecnología persuasiva plantea una amenaza seria para nuestra democracia y libertad. Empresas como las de BJ Fogg buscan controlar nuestras acciones y opiniones a través de la manipulación sutil. Esto pone en peligro nuestra autonomía y crea desequilibrios de poder preocupantes. Es crucial que la sociedad actúe para regular este poder tecnológico y proteger nuestros derechos y valores democráticos. La desdemocratización que surge de esta situación requiere una reevaluación urgente de nuestros mecanismos de control para preservar la democracia y el libre acceso a la información. Nos vemos en la próxima…

  1. Castells, M. (1996). La era de la información: Economía, sociedad y cultura (Vol. I): La sociedad red. Siglo XXI.
  2. Para Castells, la emergencia de la sociedad en red ha sido facilitada por cambios económicos fundamentales, como la traumática globalización de los mercados y la transición hacia una economía basada en el conocimiento. Esto ha implicado la reconfiguración de las relaciones laborales y la valoración del trabajo cognitivo y creativo. Además, los cambios políticos (dictaduras, golpes blandos y lawfare) han sido necesarios para adaptarse a esta nueva realidad, incluida la descentralización del poder y la creación de instituciones flexibles que puedan operar en un entorno de redes interconectadas.
  3. Baudrillard, J. (1998). La sociedad de consumo. Siglo XXI.
  4. Una mirada similar aparece en «La sociedad del cansancio». Aquí Byung-Chul Han explora cómo el capitalismo ha generado una cultura del rendimiento y la productividad constante, donde la búsqueda del éxito y la realización personal se convierten en imperativos dominantes. Esta dinámica de seducción del capitalismo lleva a las personas a explotarse a sí mismas en pos de la optimización y el logro, generando un estado de agotamiento físico y emocional en la sociedad contemporánea.
  5. La democracia delegativa, según Sartori, es un sistema en el cual los ciudadanos eligen a líderes para que tomen decisiones en su nombre, sin un control estricto de su desempeño entre elecciones. Este tipo de democracia se centra en la figura del líder, quien ejerce un poder considerable durante su mandato, con poca rendición de cuentas entre elecciones. Sartori argumenta que los medios de comunicación y la tecnología tienen un papel importante en la formación de lo que él llama «homovidens», es decir, una sociedad dominada por la imagen en lugar de la palabra. En este contexto, la democracia delegativa puede verse exacerbada, ya que los líderes carismáticos pueden aprovecharse de la imagen y la manipulación mediática para consolidar su poder sin necesidad de un control efectivo entre elecciones. Los medios de comunicación y la tecnología, al enfocarse en la superficialidad y la espectacularidad, pueden fortalecer la tendencia hacia la delegación del poder en líderes carismáticos, en detrimento de la participación ciudadana informada y la rendición de cuentas. Sartori, G. (2000). Homo videns: La sociedad teledirigida. Taurus.
  6. Otro pensador italiano que reflexiona sobre el poder de la Multitud es Toni Negri. Tanto Negri como Virno han desafiado las concepciones tradicionales de «masa», “proletariado” o «pueblo» en la teoría política al introducir el concepto de «multitud». Esta forma de organización social se caracteriza por una composición de individuos con intereses comunes pero que mantienen su autonomía y singularidad. Negri y Virno han identificado en la multitud una fuerza transformadora en la política contemporánea, especialmente en el contexto de la globalización, donde su capacidad para desafiar las estructuras de poder establecidas se ha vuelto evidente. Aunque ambos coinciden en esta conceptualización, divergen en sus enfoques teóricos: Negri, influenciado por el marxismo, se centra en la crítica al capitalismo, mientras que Virno, desde una perspectiva más filosófica del lenguaje, resalta la pragmática. A pesar de estas diferencias, ambos subrayan la importancia de la autonomía, la creatividad y la resistencia de los individuos en la configuración de la multitud como una forma de asociación social y política alternativa a las estructuras jerárquicas tradicionales. Para más detalle ver: Negri, T. (2006). Multitud: Guerra y democracia en la era del Imperio. Akal Ediciones.
  7. Virno, P. (2003). Gramática de la Multitud. Traficantes de Sueños.
  8. Lazzarato, M. Editor (2004) Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva. Traficantes de Sueños.
  9. Cialdini, R. B. (1987). Influencia: La Psicología de la Persuasión. Barcelona, España: Ediciones Gestión 2000.
  10. Orlowski, J. (2020). El dilema de las redes sociales [Película]. Netflix.
  11. Fogg, B. J. (2020). «Tiny Habits: Pequeños cambios que lo cambian todo». URANO.