Pier Paolo Marzo R.

El sábado 23 de agosto, Jurithza Rufino Daza salió de su casa en Huánuco. La joven de 18 años vestía pantalón negro, casaca marrón y zapatos blancos cuando fue vista por última vez en el paradero de carros hacia Tambogan, en Churubamba. Desde entonces, su familia la busca. Jurithza es una más entre las 12374 personas reportadas como desaparecidas en Perú durante el primer semestre de 2025. De ese total, el 57.68% de las personas desaparecidas son mujeres. Más de la mitad, niñas y adolescentes. También más de la mitad no han sido encontradas. Es decir, Jurithza es una de las 51 mujeres que cada día desaparecen en Perú. Esperemos que no incremente la cifra de 141 personas que han sido halladas sin vida. Pero para que este deseo se concrete, es necesario parar en seco la tendencia creciente: Respecto al mismo período del 2024, los casos de adolescentes de entre 14 y 17 años aumentaron 41%, mientras que las desapariciones de mujeres adultas crecieron 31%.
Esta escalada podría estar relacionada con el incremento de personas que toleran la violencia machista, que asciende al 75.5% de la población, conforme la Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales 2024. Esta tolerancia social es un caldo de cultivo perfecto para la impunidad de actos de violencia contra mujeres: acoso callejero, violencia doméstica, violaciones, feminicidios y captación por redes de trata de personas con fines de explotación, sexual o laboral. Precisamente, las desapariciones suelen estar vinculadas a secuestros, trata de personas o feminicidios. «El problema no es solo que desaparezcan, sino lo que ocurre mientras están ausentes: pueden ser víctimas de violencia sexual, explotación o incluso asesinadas», ha indicado a un medio de prensa un investigador de Capital Humano y Social (CHS) Alternativo.
Como se sabe, la captación se realiza vía redes sociales con falsas promesas de trabajo o afecto. Pues la desaparición tiene dos causas: el secuestro y la fuga. A su vez, la fuga del hogar suele deberse a un entorno de violencia o carencia de atención.
¿Qué hacer para detener las desapariciones?
En primer lugar, ampliar la atención ciudadana que a su vez lleve a una atención seria de las autoridades competentes. De este modo se conseguirán actuaciones preventivas ante situaciones de riesgo identificadas como circunstancias comunes a la mayoría de los casos denunciados, y que puedan advertirse en el colegio o la familia. Esto se haría más sencillo si se desarrollan programas itinerantes de salud mental, en instituciones educativas y hogares.
De otro lado, ha asegurarse una gestión coordinada de la información de cada desaparición, a partir de implementar una única base de datos que compartan fiscalías, comisarías, morgues, el Reniec y el Ministerio del Interior – Policía Nacional.
Asimismo, intensificar la difusión de la obligación de acciones inmediatas tras la denuncia de desaparición, conforme la Ley 32305 y el Decreto Supremo N°10-2024-IN, que regula los procedimientos de atención, articulación interinstitucional y difusión de alertas. Cabe recordar que, si hay demora o peor aún, negativa en atender la denuncia, se puede llamar al número 1818 – Central Única de Denuncias del Ministerio del Interior. La denuncia debe hacerse con toda la información que se tenga: última ropa que vestía la persona desaparecida, lugares frecuentados, contactos, estado de salud, medicamentos que toma y una fotografía reciente. Esta información ha de incorporarse en la alerta que se difunda inmediatamente en a través de medios tradicionales y digitales.
Para el seguimiento de las acciones de búsqueda inmediata en las cruciales primeras 48 horas de la desaparición, debe solicitarse el número de la denuncia y copia de su transcripción, además de la constancia de que se ha registrado en el Sistema de Búsqueda de Personas Desaparecidas. Al mismo tiempo, buscar en hospitales, morgues y centros de detención con el número de DNI, en paralelo a lo que hagan autoridades policiales, fiscales o del Centro de Emergencia Mujer, cuya línea 100 también puede ser recurrida.
En general, encontrar a Jurithza Rufino Daza implica exigir un Estado que busque a las personas desaparecidas con la misma urgencia con la que protege otros intereses, y una sociedad que, en vez de culpar a las víctimas, señale a los agresores y a quiénes los protegen.