¿Para qué nos sirven hoy los símbolos patrios?

Pier Paolo Marzo

Banderas peruanas ondeando en los techos de las viviendas y sedes de entidades públicas y privadas; izamientos de bandera con ceremonias en parques vecinales a cargo de municipalidades, unidades de la Policía o juntas vecinales; desfiles escolares e institucionales y … un proyecto de prohibición de uso de esos mismos símbolos en objetos comerciales y otras limitaciones de la libertad. Así es como se pretende fomentar el patriotismo en estas fiestas patrias. Sin embargo, tanto las actividades evocativas tradicionales como el cuestionado proyecto de reglamento de la Ley 32251, nos ayudan a reflexionar sobre el sentido de los símbolos patrios.

Cabe recordar el objetivo de esos símbolos: contribuir a una identidad nacional republicana, que nos distinga tanto del pasado dependiente virreynal, como de los países vecinos que compartieron ese pasado. En ese contexto la Ley del 25 de febrero de 1825, emitida por el Congreso Constituyente presidido por Hipólito Unane y promulgada por Simón Bolívar, crea la bandera, el pabellón nacional, el escudo nacional, el escudo de guerra y la escarapela, superando propuestas previas. Recientemente, la Ley 32451 declara que los símbolos de la patria y del Estado “coadyuvan a la identificación, integración y reconocimiento del sentido de patria y la pertenencia a la nación peruana. Son una representación material y tangible de los valores y de la identidad nacional constituida como Estado.” Esta última línea esconde un grave error, que abre la puerta a las absurdas propuestas del proyecto de Reglamento del Ministerio de Defensa.

El error de la Ley es pretender que los valores y la identidad nacional se representan en los símbolos del Estado. Lo que es distinto a decir que “coadyuvan”, como lo señala la primera línea del artículo primero. Pues los valores comunes a la identidad nacional son los de libertad e independencia, proclamados el 28 de julio de 1821 en Lima; pero proclamados antes y después en numerosos cabildos costeños, andinos y amazónicos. Y por cuya concretización se dieron duras batallas, que consiguieron independencia política y algo de libertad ciudadana, mas no independencia económica ni plenas libertades, lo que ha quedado pendiente de conseguir hasta hoy.

En efecto, las fuerzas de opresión siguen vigentes. Al punto que el artículo 53 del proyecto de reglamento prohibe el uso de la bandera nacional (símbolo de la patria), la escarapela nacional y el mapa del Perú (emblemas nacionales) como parte de activades privadas, como se desprende del siguiente enunciado: “Los símbolos de la patria, símbolos del Estado y emblemas nacionales no deben formar parte integrante de marcas, logotipos o emblemas que representen a personas naturales o personas jurídicas privadas”. Al respecto, la presidenta de la Asociación de Empresarios de Gamarra, Susana Saldaña, ha advertido que alrededor de 5 mil micro y pequeñas empresas podrían verse afectadas, ya que comercializan productos —especialmente textiles, como polos— que incorporan símbolos patrios. Con precisión ha apuntado que “la medida atenta contra la libertad de empresa y restringe la posibilidad de expresar el patriotismo de manera legítima.” De otro lado, el artículo 81 prohíbe el uso de banderas extranjeras con fines ornamentales o decorativos en hoteles, centros comerciales, instituciones y propiedades privadas. Y el artículo. Mientras que el artículo 47 exige que todos los medios de difusión masiva emitan el himno nacional a las 8:00 y 18:00.

Además de que todas esas normas vulneran el principio de legalidad al no tener un nivel de ley, estamos ante uno de esos actos de imposición arbitrarios que llevaron a nuestros antepasados “al voto solemne” de “ser libres”, con la bandera anunciando el esfuerzo que eso nos costó, conforme nos lo recuerdan los versos de José de la Torre Ugarte presentes en el Himno Nacional. En efecto, el Ministerio de Defensa nos evoca a la monarquía tiránica, lejana y caprichosa que en 1821 ya llevaba décadas de rebeliones populares, hasta que fue derrotada definitivamente en 1824. Sólo que con una conducción incluso más banal y alienada de cualquier sentido de servicio a las personas a quiénes debería gobernar, como lo acaba de mostrar Dina Boluarte con su autoaumento de sueldo y como lo están mostrando todas las semanas los integrantes de la mayoría congresal que la sostiene. Por eso los símbolos patrios hoy nos sirven recordar que ni bien logremos nuestra libertad e independencia de este régimen, habrá que pasar a una instancia constituyente que, sin reemplazar los símbolos patrios como el Congreso Constituyente de 1823, genere un nuevo orden que nos acerque al espíritu del “Somos libres, seámoslo siempre” … por la voluntad general de los pueblos.